El adelantamiento de los aumentos del salario mínimo, vital y móvil surtió efecto en cuanto a su relación con la inflación y los niveles de la Canasta Básica Total (CBT), que mide el límite de la pobreza, al punto que por primera vez desde que se cuenta con registros tuvo incrementos superiores a las dos variables por cuatro meses consecutivos.

De esta forma, el salario mínimo ganó posiciones tanto frente a la inflación como ante los costos que debe afrontar un hogar de cuatro integrantes para no estar en una situación de pobreza, si bien aún su cobertura apenas supera el 40% del total de esos gastos.

En marzo, el salario mínimo había caído a su menor nivel histórico, con una cobertura del 35,48% de la CBT, pero desde entonces inició una serie favorable, con incrementos que en todos los meses fueron superiores a los costos de la canasta de pobreza.

Cuatro meses después, alcanza para cubrir el 40,27% de la canasta, un nivel que a pesar de ser bajo es el mayor de los últimos 17 meses.

En el tercer mes del año el ingreso mínimo asalariado había sido de $21.600, en tanto una familia de cuatro miembros necesitó $60.873,68 para no ser pobre, de acuerdo con el informe del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) que en su cálculo no tiene en cuenta los gastos de alquiler de vivienda.

Ese 35,48% de cobertura contrasta con el 60,49% de enero de 2017, el máximo valor de los últimos cinco años.

Ajustes anticipados

En su propósito de evitar que la inflación siga superando la evolución de los ingresos de la población, el Gobierno decidió corregir la implementación del incremento del salario mínimo y adelantó los ajustes previstos hasta febrero del año próximo, además de anticipar que podría haber una nueva convocatoria al Consejo para llevar a cabo una nueva adecuación.

Por lo pronto, en los cuatro meses posteriores a marzo, el salario mínimo superó en quince puntos porcentuales a la CBT y en casi doce puntos a la inflación, con alzas del 26%, 11% y 14,3%, respectivamente.

En abril, el SMVM tuvo un aumento del 9%, contra un 4,1% de la inflación general y un 3,4% de la canasta de pobreza o CBT.

En mayo, los incrementos fueron respectivamente de 3,7%, 3,3% y 2,4%.

En junio, el salario mínimo mostró un avance del 4,8%, el Índice de Precios al Consumidor un crecimiento del 3,2% y la canasta de pobreza una suba del 3,2%

Por último, en julio se registró un incremento del salario mínimo del 6,4%, una inflación del 3% y un aumento de la CBT del 1,6%.

En una economía marcada desde hace décadas por una persistente inflación, la evolución del salario (tanto el mínimo como el promedio o la referencia que se elija) está sujeta a las oscilaciones derivadas de incrementos que no se aplican todos los meses, a diferencia de los precios al consumidor.

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De esa forma, los salarios muestran un salto en los meses en que se aplican los ajustes (ya sea en negociaciones paritarias o en decisiones del Consejo del Salario Mínimo) y un descenso en los que se mantiene sin cambios.

Por ejemplo, en octubre de 2019 se dispuso un incremento del salario mínimo que elevó su cobertura de la CBT del 44,92% al 47,34%, pero luego hubo un período de doce meses en los que ese ingreso no tuvo ajustes, que llevó su nivel de cobertura al 37,87% en octubre de 2020.

Si bien luego se aplicaron dos nuevos aumentos (diciembre de 2020 y marzo de 2021), no fueron suficientes para evitar un mayor deterioro frente a la inflación, que lo llevó a marzo de este año a su mínimo histórico en relación con la canasta de pobreza.