El recrudecimiento de la pandemia de coronavirus en Brasil tendrá un impacto negativo en la economía de ese país y a su vez afectará las posibilidades de recuperación de la Argentina, de acuerdo con las proyecciones de la Confederación Nacional de la Industria (CNI).

La entidad (equivalente a la UIA, en cuanto a su representación del sector fabril a escala nacional) ajustó sus previsiones de crecimiento de la economía brasileña al 3% en 2021, aunque trazó dos escenarios sujetos a la evolución de la pandemia en el país vecino, uno de los más afectados en las últimas semanas con un promedio diario de casi 3.000 muertos y con el sector sanitario colapsado en todos los centros urbanos. Esos escenarios marcan una proyección optimista, con un crecimiento del 4,5% para todo el año, y uno pesimista, en el que la mejora sería del 0,6%.

En los dos casos, debe tenerse en cuenta que la mejora es antes que nada un reflejo estadístico ante la significativa caída de 2020, ya que el “arrastre” del año pasado es de 3,6 puntos porcentuales. Por ende, el 0,6% de crecimiento del escenario pesimista es, en realidad, una caída de la actividad.

Según el economista jefe de la CNI, Renato da Fonseca, el crecimiento estadístico es “el resultado de un débil desempeño de la economía, que se va a retraer en el segundo trimestre”.

“Si el PIB quedase constante en el valor del último trimestre de 2020, o sea, si la economía no creciese durante 2021, en la comparación entre el total producido en 2020 y 2021 tendríamos un crecimiento de 3,6%, también conocido como efecto arrastre”, explicó Da Fonseca.

Los especialistas en la relación bilateral consideran que la relación de la actividad es de 4 a 1, es decir que por cada 4 puntos de crecimiento (o caída) de Brasil hay un impacto en la economía argentina de 1 punto porcentual. Si bien en el caso argentino también hay un efecto arrastre, incluso mayor al de Brasil, lo que se refleje en las estadísticas no será un crecimiento real en la medida que no se supere el 6%, de acuerdo con diferentes estimaciones.

Para la CNI, “la segunda ola de la pandemia y los efectos sobre la economía tornan aún más urgentes las reformas estructurales, principalmente la reforma tributaria”, en un análisis coincidente con la de muchos economistas y empresarios argentinos.

“Esa agenda tendrá que ser seguida al mismo tiempo que se cuida de los problemas de corto plazo. Sólo así Brasil volverá a crecer a tasas superiores al 2% anual”, sostuvo Da Fonseca. Al respecto, la economía brasileña creció en la última década a una tasa media anual de 0,3%, mientras la industria de transformación se redujo 1,6% al año, lo que refleja una preocupante tendencia de primarización de la economía.

Los escenarios

A la hora de explicar los escenarios para 2021, la CNI advirtió que su proyección optimista es la “menos probable”, con un crecimiento del 4,5%. A su vez el producto bruto industrial crecería 6,9%, impulsado por la suba del 9,7% de la industria de la transformación.

Para que esa proyección se concrete “es necesario que las medidas de aislamiento ya adoptadas sean suficientes para desahogar el sistema de salud y sean flexibilizadas a fines de abril o principios de mayo”, indicó. “De esa forma, la caída de la actividad en marzo y abril será de sólo 3,6%”, agregó.

Para Da Fonseca, “en ese escenario, hay una mejora en el equilibrio macroeconómico y en la confianza de los inversores, con caídas significativas de las tasas de cambio e inflación, permitiendo que el Banco Central reduzca la intensidad del aumento de la tasa SELIC (referencia de mercado establecida por la autoridad monetaria brasileña)”. Para el escenario pesimista se tuvo en cuenta “el significativo empeoramiento de la situación sanitaria en las próximas semanas, con una intensificación de las medidas de aislamiento social”, explicó. 

Para el economista, en este caso la retracción de la actividad económica no sería del 3,6% del escenario optimista sino del 11,8%. “La recuperación se iniciará en mayo, pero recién al final del mes”, advirtió Da Fonseca, quien señaló que “como ocurrió en 2020, el consumo vuelve casi inmediatamente luego de que las medidas aislamiento son suspendidas”. El economista jefe de la CNI cerró su análisis indicando que, en el caso del escenario pesimista, “recién en 2022 la actividad retornará al nivel pre-pandemia de febrero de 2020”.