El nivel de delirio en las declaraciones oficiales hace dudar si la causa del desorden generalizado del gobierno resulta ser la negligencia, la ineptitud o simplemente el tener como verdad una simple realidad de fantasía.

La educación se encuentra en su peor nivel histórico. La pandemia ha quedado atrás y con ella una cuarentena que dejó a los chicos sin clases presenciales prácticamente un año y medio sin que a nadie le importase. El propio Presidente de la Nación decía que un tiempo sin clases no les iba a cambiar la vida a los chicos. Sin embargo no solo les cambió la vida, sino también el futuro: 7 de cada 10 chicos de bajos recursos no comprenden lo que leen. La mitad de los jóvenes en edad escolar no comprende matemática o lengua. El futuro está comprometido. Sin embargo, Alberto Fernández solo se limita a hablar con la E (en clara alusión a la prohibición emanada desde Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para que en las escuelas no se enseñe utilizando el “lenguaje inclusivo). La estupidez tampoco quedó alejada del gobernador de la Provincia de Buenos Aires, quién se quejó de España por “querernos obligar” a hablar de determinada manera. El delirio seria gracioso si no fuese porque lo único que generamos es la destrucción final del nivel educativo que nos condena a un futuro absolutamente pobre y oscuro.

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El 40,7% del país es pobre. Tal vez ese número incluso haya quedado viejo: la alta inflación y la constante pérdida de poder adquisitivo probablemente hayan hecho incrementar el nivel de pobreza en la Argentina. Sin embargo, la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti, dijo que el faltante de gasoil se debe al crecimiento económico. Un insulto para cada uno de los 4 millones de personas que no logran poder alimentarse todos los días y para los 18.000.000 de personas que no logran vivir dignamente. El crecimiento del primer trimestre fue de apenas 0,9% (según los propios datos oficiales) y la economía se está quedando sin dólares y sin gasoil. Resulta increíble compatibilizar la palabra “crecimiento” con las imágenes de los camiones frenados a lo largo de todo el territorio nacional por la falta de combustible. No están tomando nota de la dimensión del problema.

Lo más interesante resulta la pelea interna dentro del oficialismo por los planes sociales. La herramienta populista por excelencia de los últimos 20 años y arma fundacional del kirchnerismo está en el centro de la disputa por el poder del asistencialismo social. Ya se habla de un “salario universal” para 7.500.000 personas con un costo fiscal de 1,3 billones de pesos por año. El nivel de delirio es colosal junto al estado de irrealidad en el que vive inmerso el Gobierno. La pobreza acecha con todo y parece que los principales responsables de dirigir la Argentina no están registrándolo.

El país al borde del colapso, la realidad a la vista y el gobierno de espaldas, en un país que al menos por ahora no logra encontrar su rumbo.