Mercado laboral: contrapuntos y prioridades
Debido a los planes sociales, existe en la Argentina un modelo cultural en el que se descarta de plano la posibilidad de considerar un empleo formal, mientras existe una sobredemanda de determinados puestos de trabajo en el mercado doméstico.
El mercado laboral de la Argentina registra un momento de demanda significativa ya desde hace por lo menos dos años. Desde el fin de la pandemia de coronavirus que los pedidos de perfiles, especialmente los que veremos más adelante, no cesa.
Tan así es que según el INDEC, la tasa de desempleo en el país fue de 7% en el primer trimestre de 2022, habiendo bajado fuerte desde el cuatro trimestre de 2020, cuando había tocado 11%.
En nuestra experiencia de gestión los motivos son varios, ya que la pandemia “jubiló” a mucha gente: algunos asalariados en el plano formal porque estaban cerca de su edad jubilatoria y tenía sus aportes y contribuciones en orden; otros que fueron desvinculados y alcanzaron planes de retiro pre-jubilatorios; otros fueron despedidos cobrando indemnizaciones significativas o personas que se quedaron sin empleo simplemente su empresa cerró o desapareció.
También ocurrió que muchos, producto de las circunstancias, abandonaron forzosa y directamente su oficio, como fue el caso de quienes trabajaban en el mundo gastronómico u hotelero y que perdieron su empleo por estar cerrada la actividad durante mucho tiempo. Entonces, probaron hacer otra cosa y emprendieron otras alternativas laborales, como remises, gastronomía domiciliaria, jardinería o nuevos oficios como peluquería, riders, changas varias.
Paralelamente, los distintos planes que subsidian el no trabajar convencieron a muchos de que con un par de planes sumando alguna changuita recaudan lo mismo que con un trabajo formal.
El promedio real de oferta para trabajar ocho horas en un empleo de industria pyme o comercio suele estar entre los $60.000 y los $70.000 en mano por mes o menos. Ante ello, un aspirante a empleo industrial en la entrevista comentaba: “Yo tengo en la familia varios ingresos por planes y junto $50.000, más algo de cartoneo que hago tres o cuatro veces por semana llego fácil a los $80.000, $90.000 por mes y no tengo que aguantar jefes, ni encargados, ni horario, ni reglas de trabajo, ni asistencia, ni puntualidad, ni productividad, etcétera”. La ecuación es clara.
Sin entrar en detalles, podríamos decir que para muchos existe un modelo cultural que prevalece, por lo que descartan de plano considerar un empleo formal y poseer empleabilidad: la salud la atienden en salas del barrio, hospitales municipales, provinciales o nacionales, y no registra valor para ellos el aguinaldo, vacaciones, seguros de vida, el futuro haber jubilatorio, aseguradoras de riesgos del trabajo, salarios familiares, licencias pagas, ropa de trabajo, entre muchas otras prestaciones que da el empleo formal. El problema es que difícilmente conozcan todos estos beneficios porque desde hace años se ocultó el valor del trabajo formal para el trabajador y su familia.
Ergo, amén de la problemática de las competencias que posibiliten el empleo, hay una importante cantidad de personas no disponibles para el trabajo formal, ya que solo “postulan” para empleos en negro, que a su vez proliferan en el país con el conocimiento y aprobación tácita de toda la sociedad.
Con esta restricción, encontrar personal disponible y con las competencias necesarias es todo un desafío para empresas y consultoras. Afortunadamente, aún existe gente que no tiene un plan porque nunca lo necesitó, o bien porque nunca lo quiso pedir y prefirió obtener recursos de vida y aprendizajes por su propio esfuerzo y dedicación.
Cuando las empresas buscan talento, es decir mano de obra y de mente calificada con formación en algún oficio específico o bien técnicos y profesionales, ahí las cosas se complican seriamente porque en estos perfiles la ocupación es plena, directamente 100% ocupado/a. Y en algunos casos hay sobredemanda, es decir que pueden elegir donde trabajar, qué horarios prefieren, si precisan asistencia presencial o no, pueden incluso elegir el plan de salud, entre otros aspectos.
Los perfiles más demandados del mercado laboral actual son matriceros, torneros, electricistas, técnicos mecánicos, refrigeración, electromecánicos, electrónicos, operarios multitarea, contadores, especialistas en costos, liquidadores de sueldos, selectores de personal, marketing digital, vendedores; podríamos seguir con robótica, especialistas IT, analistas de procesos, médicos, enfermeras y mucamas.
Así y todo, no podemos desconocer que otro factor que puede estar desalentando el empleo formal es que los salarios han perdido valor frente a la inflación, lo cual tampoco es novedad. Desde hace tres años, según nuestros registros, como mínimo están perdiendo en promedio entre 8 y 12% cada año para el personal comprendido en convenios colectivos de trabajo, y aún más en niveles de personal excluido de convenios colectivos de trabajo, los denominados fuera de convenio.
Sin embargo, en estos últimos meses las áreas de Recursos Humanos están advirtiendo esta dificultad y haciendo esfuerzos para aumentar los sueldos aunque más no sea en forma de goteo, especialmente en los denominados puestos críticos. En síntesis, complementan el salario "cash" con mejoras en beneficios como tickets de almuerzo, viáticos de transporte, más días de vacaciones, trabajo home-office en los casos posibles, adicionales por guardería, mejor plan de salud, entre otros.
Menos planes, más trabajo formal
En los últimos días se anunciaron algunas iniciativas del Gobierno para mitigar el abuso del beneficio de planes. Esperamos que resulte algún paliativo a lo mencionado, aunque en el plano real las personas que están fuera del mercado laboral desde hace tres, cuatro o 10 años deberán definir qué le gustaría hacer laboralmente; cuáles son sus intereses laborales, comenzando por aprender a buscar ese empleo que desea; cómo desarrollar una entrevista y recapacitarse adquiriendo las competencias que el mercado de empleo hoy exige, entre otros aspectos.
Pero a su vez, deberán adecuarse a cumplir la asistencia indicada y con puntualidad, deberán tener disponibilidad para días y horarios fijos y/o flexibles, apego a normas de calidad y procesos de trabajo, desarrollar comportamientos sociales que la cultura de la empresa posea, alternar entre trabajo presencial y domiciliario o presencial 100% o domiciliario 100% según la especialidad laboral y actividad de su futuro empleo.
Lo beneficios serán adquirir empleabilidad permanente y poder desvincularse de planes de ayuda actuales e inclusive en el futuro. Pero tendrá el beneficio de un sueldo de mercado, aguinaldo y las demás prestaciones mencionadas. El contexto actual requiere de un cambio de mentalidad. La gran pregunta es si estamos a tiempo.
(* - Carlos Contino es socio gerente de la consultora de Recursos Humanos CONA RH).