El virus Sars-CoV-2, que produjo la pandemia de coronavirus desde febrero de 2020, no distingue nacionalidades a la hora de replicarse, a pesar de ello, los terribles efectos económicos y sociales que deja a su paso, oleada tras oleada, no son homogéneos, de la misma manera que, la ansiada recuperación económica del período de “la nueva normalidad” no se registra en todos  los países ni sus habitantes poseen las  mismas percepciones acerca de su pasado y su futuro próximos.

Lo primero que llama la atención de la encuesta realizada por la consultora Management & Fit (M&F) es que se llevó a cabo durante la semana hábil del 27 de septiembre al 1º de octubre y la primera pregunta realizada en 2.200 casos en todo el país fue ¿cómo considera que está la situación económica nacional en comparación con un año atrás?

Y, la respuesta fue contundente: el 64,9% de los encuestados afirmó que se está peor haciendo hincapié, más de la mitad, que en realidad, se está mucho peor que en el año 2020.

Y no es sencillo estar en peor situación que en el año de la pandemia y de la cuarentena interminable, renovada cada 20 días, que consumió las fuerzas productivas y anímicas de la mayoría de la población en medio del dolor por la pérdida de vidas y la enfermedad que acechó en cada lugar habitado de la Argentina.

Aun así, la percepción de la gente es que se vive peor durante el 2021, con las aperturas graduales y el comienzo de la nueva normalidad en ciernes, que durante el paralizado e improductivo 2020.

Pero las alarmas de la dirigencia deberían sonar con más fuerza si leen e interpretan correctamente, los resultados de la siguiente pregunta realizada a los 2.200 encuestados que abarcó un 52,7% de varones y un 47,3% mujeres.

¿Cómo considera que la situación económica del país estará en los próximos meses? Una pregunta que involucra una mirada a futuro, una percepción de lo que vendrá. Si la mirada epimetea, retrospectiva, de la mayoría de los argentinos encuestados fue categórica e indubitable señalando que el país se encuentra peor en el área económica que un año atrás, la ojeada prometeica, a futuro, de corto plazo, augura similares pesares financieros.

Mientras que el 25,7% piensa que el país estará peor hay un porcentaje más grande de pesimismo que llega al 31,7% que avizora que la nación estará mucho peor sumando un cúmulo de opiniones desesperanzadas del 57,5%.

El 15,4% piensa que todo seguirá igual, con respecto al pobre registro del PBI de un año atrás, mientras que el sector optimista de la población logró reunir en total, un 23,8% de los encuestados, divididos entre las respuestas de mejor y mucho mejor a la consulta realizada.

El trabajo muestra que a medida que la actividad retorna a parámetros que intentan imitar la vida anterior al Covid-19, la preocupación mayor de la economía es el costo de vida al alza. La inflación no sólo aumenta mes tras mes, acumulando distorsiones, sino que también aumenta en la consideración de la población.

Mientras que en Julio-Agosto pasado cerca del 30% de los encuestados anotaban la inflación al tope de las preocupaciones en septiembre aumentó hasta el 34,4% manteniendo la punta de prioridades que debiera atender el país. Luego, aparecen otros males  a resolver, como por ejemplo, la corrupción (25,6%); la inseguridad (13,1%); la pobreza (12%); la desocupación laboral (9,3%), entre otros.

Por lo que el trabajo se focalizó en la principal preocupación y consultó a sus interrogados, la Argentina hace muchos años que sufre alta inflación ¿quién cree usted que es el principal responsable de esto?

En este ítem el 39,4% de los encuestados cree que los gobiernos son los responsables de la inflación y un 37, 9% opina que los culpables son, todos por igual, involucrando en su respuesta a los políticos, empresarios y sindicalistas.

La inflación parece ser un mal endémico del país. No una pandemia porque en el mundo son pocos los  países que sufren esta enfermedad económica pero los argentinos han vivido con  altas tasas de inflación de manera sostenida al menos desde los albores del Rodrigazo en 1975 hasta el fin del gobierno de Raúl Alfonsín en 1989, con una estabilidad de unos pocos años en la era de Menem-Cavallo, para luego volver a caer en la misma anomalía que impide todo tipo de previsibilidad y crecimiento económico.

Otro de los puntos considerados en el relevamiento ha sido la incidencia en la vida diaria de los impuestos nacionales, provinciales y, hasta, municipales. El 78,6% opina que la carga impositiva en su conjunto es alta o muy alta. Opinión que se repite entre los encuestados con mayor nivel de estudios.

Una gran parte de lo que el Estado recauda se destina a partidas presupuestarias de gasto corriente necesarias para pagar sueldos y beneficios estatales. Para la mayoría de los encuestados la cantidad de empleo público es elevado y debería disminuir, al menos así lo considera el 61,1%, un conjunto de opiniones, en ese sentido, que aumenta entre quienes tienen un nivel educativo alto o medio alto y coinciden en desaprobar la gestión de gobierno actual. Entre quienes aprueban la gestión nacional, aumenta la mención de adecuada, por la cantidad de empleo público actual (43,5%).

Otra de las preocupaciones es el mercado laboral y la desocupación vigente en nuestra sociedad. Para paliarla, muchas opiniones van en sentido de la necesidad de realizar una  reforma laboral, solicitada por las tres cuartas partes de los encuestados.

Finalmente, se consultó acerca de la problemática de los planes sociales y un 58,5% de los encuestados coincidieron en la necesidad de reemplazarlos por trabajo genuino mientras que tan sólo un 15,1% opinó que habría que eliminarlos.

Imagen de los dirigentes

De acuerdo con los datos de M&F el único dirigente a nivel nacional cuya imagen positiva para el público supera a la negativa es el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta. El mandatario local tiene una mirada favorable del 39,6% contra una negativa del 31%. Eso es consistente con el nivel de aprobación de la gestión en la Capital Federal. Allí cosecha 59,9% de aval a su administración,mientras que tiene un nivel de rechazo del 36,2%.

Un dato que enciende luces amarillas entre los miembros del PRO es que en septiembre las opiniones negativas sobre ellos superaron a las positivas. Por caso, Patricia Bullrich registra 40,5% contra 41%, y la principal candidata del distrito, María Eugenia Vida, tiene 41,4% negativa contra 36,4% de positiva.

El ex presidente Mauricio Macri cosecha 48,4% de rechazo contra 27% de aprobación, en tanto que el presidente Alberto Fernández tiene 53% contra 27,8%. En tanto que la vicepresidenta Cristina Fernández tiene 63% de negativa contra 28% de positiva.

Para el oficialismo, en tanto, el tablero de emergencia se prende en la Provincia de Buenos Aires. Allí el gobernador Axel Kicillof reúne un rechazo de 60% contra una mirada positiva de apenas el 24%