Por Daniel Herrero (*)

Cuando Toyota llegó a la Argentina en 1997, se convirtió en la primera inversión de origen japonés de la industria automotriz de la Argentina.

Así, lo que empezó en 1997 con un grupo de 500 colaboradores y fabricando 10.000 pick-ups, se transformó en un equipo de 6.000 personas y una planta con capacidad productiva de 140.000 vehículos por año.

No fue una tarea fácil en un país y una región con tantos desequilibrios.

Lo que siempre entendimos fue que para lograr el éxito debíamos pensar un proyecto que nos hiciera crecer de forma sustentable.

Esta estrategia tuvo el objetivo de convertir a Toyota Argentina en una plataforma de exportaciones para toda Latinoamérica, la cual priorizó la calidad y eficiencia, permitiéndonos alcanzar una mayor competitividad, equilibrar la balanza y seguir invirtiendo para incorporar más modelos al mercado.

El plan se completó con la exitosa implementación del nuevo modelo de Hilux en 2015 y la ampliación de la planta de Zárate, con una inversión de US$ 900 millones.

Estos últimos años nuestro propósito fue la apertura de nuevos mercados, que se desarrolló a través de una estrecha relación con 22 distribuidores de la región.

Lo hicimos basándonos en una serie de valores y creencias compartidas que llamamos Toyota Way, la cual tiene dos pilares: la mejora continua y el respeto por la gente.

A partir de un cambio cultural que representó un fuerte involucramiento de nuestros ´stakeholders´, llevamos adelante un acuerdo de colaboración mutua con nuestros empleados, sindicatos, proveedores, concesionarios y clientes que nos permitió desarrollar un proyecto sustentable con visión a largo plazo.

Hoy, el momento es otro. Estamos viviendo una etapa de profundos cambios en toda nuestra sociedad. El escenario cambió drásticamente y la noticia es que el cambio se irá acelerando. La industria automotriz se dirige hacia un futuro imprevisible, quizá con la revolución más profunda en 100 años. Esto incluye la incorporación de nuevos sistemas de propulsión alternativa y la creación de nuevos servicios de movilidad.

Hablamos de un futuro con vehículos conectados, autónomos, compartidos y eléctricos.

Al mismo tiempo, en Toyota estamos transitando un proceso de transformación cultural: se trata de pasar de ser una empresa automotriz que simplemente produce y vende automóviles a convertirnos en una empresa de movilidad.

En nuestro país ya dimos el primer paso: hace pocos días presentamos Kinto, el rebranding de la plataforma Toyota Mobilty Services que lanzamos en 2018.

Además, para seguir creciendo como una empresa de movilidad, será clave el compromiso con las nuevas tecnologías.

Nuestra apuesta por la tecnología híbrida es el paso intermedio hacia distintas formas de propulsión, en una región que tiene la obligación de desarrollarse muy fuerte en infraestructura y progresar en el cuidado ambiental, un desafío que también involucra a toda nuestra industria.

La capacidad de adaptación y el compromiso para seguir mejorando de forma continua serán determinantes para nuestro futuro.

Porque este nuevo cambio cultural significa volvernos más ágiles, más eficientes y más competitivos para adecuarnos al nuevo escenario. Aun así, la innovación es una pieza muy importante en la construcción de nuestra historia.

Cuando 15 millones de caballos fueron reemplazados por automóviles en los Estados Unidos, Kiichiro Toyoda decidió cambiar el negocio establecido por su padre, Sakichi, el creador de los telares automatizados, reinventándose como fabricante automotriz.

En ese momento nació nuestra compañía, y ese es el espíritu que trasciende a quienes fueron y son parte de Toyota: evolucionar todos los días para responder de manera más flexible a los cambios de un nuevo tiempo.

* Presidente de Toyota Argentina.