La suba de la inflación en los alimentos descalifica cualquier argumento
Para la Casa Rosada, “la suba de los commodities ya no es un argumento válido”, pero al nuevo equipo económico le preocupa la recurrente remarcación en los supermercados.
El fenómeno inflacionario se ha transformado en persistente y han transcurrido tres períodos presidenciales sin que estas administraciones pudieran ponerle freno.
Este fenómeno, como la gota de agua que erosiona la materia, perfora los bolsillos de los asalariados, de los que trabajan de manera informal, de los jubilados, de los pensionados y beneficiarios de planes sociales.
Les hacen perder sus ingresos de forma más rápida y los priva, en muchos casos, de llegar a fin de mes con recursos dinerarios.
Constituye la máxima preocupación de los ocupantes de las oficinas de Casa Rosada y del Ministerio de Economía que han elaborado planes para contener un alza de precios que, en las últimas horas, se ha tornado implacable.
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La tercera semana de agosto comienza con remarcaciones en los productos que ocupan las góndolas de los supermercados y que suelen ser esenciales para los grupos familiares y para las personas que viven solas.
Voceros de empresas líderes del rubro alimenticio confirmaron a NA lo que los consumidores finales ya pueden observar en los pasillos de los súper: aumentos en aceites, pastas, galletitas, arroz, café y té y en fiambres.
Los alimentos no paran de subir
Además, continúa la preocupación en el Mercado Central por el incremento de los precios de los productos estacionales, aquellos que sufren una gran demanda en un momento determinado del año, como la papa y la cebolla.
Todos productos que integran la canasta esencial de alimentos de la población que terminan por aumentar el descontento observado en movilizaciones de organizaciones piqueteras y que se leen en los comentarios en redes sociales.
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Fabián Zeta, titular de la Cámara de Operadores Mayoristas Frutihortícolas del Mercado Central, detalló, “…la cebolla no tiene techo, se está cobrando 3.500$ la bolsa de 20 kilos y por ende en la verdulería se está cobrando más de 300 $ el kilo. Es un abuso. Y, a partir del miércoles 17, la papa aumenta. La papa va a valer 1.500 $ la bolsa de 20 kilos. O sea que la cebolla en la última semana aumentó un 35% y la papa un 20%. Después los verduleros están cobrando mucho. Por ejemplo, el tomate, que en el Mercado Central bajo su precio hasta los 30$ el kilo por mayor, el verdulero, en algunas zonas, lo está remarcando un 300%, una verdadera locura”.
Por esos motivos los integrantes de la administración de Alberto Fernández saben que la inflación en los alimentos es el desafío inmediato a atender por el nuevo ministro Sergio Massa y el directorio del Banco Central.
La máxima autoridad monetaria decidió, el jueves 11 de agosto, elevar la tasa de interés nominal anual de las Letras de Liquidez (Leliq) a 28 días del 60% al 69,5% anual, y el rendimiento de los plazos fijos tradicionales para personas con depósitos de hasta 10 millones de pesos del 61% a 69,5% anual.
Una medida que hasta el momento no parece haber servido para cerrar la brecha cambiaria que representa uno de los problemas mayúsculas de la coyuntura actual y que explica buena parte de las distorsiones en los precios de los bienes y servicios.
La suba de la tasa no tuvo el mismo beneficio que el obtenido hace tres semanas cuando el directorio del Banco Central había ajustado su política monetaria y elevado el costo del dinero provocando que el dólar contado con liquidación (CCL), de referencia en el mundo de los negocios, cayera de los 340$ por billete verde hasta 297$ por dólar.
Sergio Massa aguardaba una nueva reducción de la brecha tras la decisión adoptada por Miguel Pesce, pero los dólares alternativos cerraron su cotización de la jornada (16/8) en torno a los 283$ en su punta vendedora.
En conclusión, la brecha cambiaria continúa siendo una amenaza tan grande como la del agujero de ozono para el medio ambiente.
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El problema de los precios de los alimentos fue analizado por los integrantes de la CGT quienes señalaron “la urgente necesidad de emprender un camino descendente desde el pico inflacionario”, según señaló uno de sus titulares, el sanitarista Héctor Daer, mientras que Juan Carlos Schmid, de la Federación Marítima Portuaria y Naval, aseguró que los gremios marcharán el miércoles 17 en un contexto “…de una situación muy complicada y que exige mucha prudencia. Indudablemente, salimos a la calle para protestar para que esto se encauce definitivamente, porque se necesita un clima de tranquilidad para que empecemos a ver los problemas reales”.
Un clima de tranquilidad difícil de conseguir en medio de constantes subas de precios.
Para el director de la consultora LGG, Guido Lorenzo, “la inflación de nuestro país es persistente. Y, en los últimos meses, esa persistencia muto en aceleración provocando un fenómeno de sofocamiento. Corroe el poder de compra y uno se pregunta ¿hasta cuándo?”.
Para el experto pretender controlar la inflación desde la Secretaría de Comercio es sencillamente un error de diagnóstico. A pesar que muchos comienzan a observar los pasos del nuevo encargado del área, el economista Matías Tombolini, hasta el momento, no ha dejado ninguna clave de lo que será su gestión, su confirmación en el cargo fue publicado en el Boletín Oficial, el martes 16, y sólo aseguró públicamente que no piensa en ejercer ningún congelamiento de precios.
Todo indica que Tombolini avanzará por la senda señalada por el presidente, Alberto Fernández, quien busca recomponer los ingresos a través de mecanismos como las paritarias abiertas, negociaciones salariales en una comisión constituida por distintas partes con paridad o igualdad en el número y derechos de sus miembros, con el llamado a la convocatoria al Consejo del Salario y el llamado a empresarios y sindicalistas para acordar precios e ingresos.
El jueves 11 de agosto Fernández expresó en Villa Ángela, provincia del Chaco, “Conozco el problema, no me desentiendo” y sostuvo su deseo de que los salarios le ganen a la inflación, cuestión que hasta el octavo mes del año no sucede.