Por Iván Cachanosky (*) .

- Días cruciales se viven en estas semanas para la renegociación de la deuda. El 8 de mayo fue el deadline que tenían los bonistas para aceptar o rechazar la oferta realizada por la Argentina.

El resultado de la adhesión fue demasiado bajo. Si bien, no se publicitó la cifra oficial, se habla de un nivel de aceptación que rondó el 18,5%, ubicándose de esta manera por debajo del 20%. Lejos del 75% deseado y requerido por el gobierno argentino.

No obstante, se publicó la resolución 221 por el Ministerio de Economía en el que se informó que el plazo de aceptación se extiende hasta el 22 de mayo a las 17 horas de Nueva York, fecha en que vencen U$S590 millones de los bonos globales que, si no se abonan, Argentina entraría en default.

La propuesta rechazada por los acreedores contemplaba una quita del capital del 5,4%, una quita de intereses del orden del 62% y un período de gracia de tres años. A pesar de las rispideces entre el ministro Martín Guzmán y los acreedores, la puerta quedó abierta para continuar negociando.

Ahora la pelota está del lado de los acreedores, quienes trabajan en una contrapropuesta.

Allí también hay aguas divididas entre los acreedores que tienen títulos de los años del kirchnerismo y aquellos que poseen títulos del gobierno de Macri.

Se especulaba con una oferta de los acreedores para esta semana, aunque podría ocurrir que llegue en la semana entrante.

Sin embargo, se descarta que será rechazada y que luego vendría una segunda propuesta por parte del gobierno. En este marco, se baraja la posibilidad de que el gobierno elimine la quita del capital y que mejore el período de gracia haciéndolo menor a tres años y a la vez capitalizar intereses durante ese período, cuestión que no estaba presente en la propuesta original.

La puja en la negociación continúa por ahora en los mismos niveles. Los bonistas insisten en una oferta debería acercarse a un valor cercano al 60%, mientras que el gobierno piensa en un 40%.

Por el momento, el manejo del ministro Guzmán en la negociación de la deuda no fue muy acertado. Continúa sin mostrar un sendero hacia un superávit fiscal primario, clave para poder pagar los intereses de la deuda. Además, en su hermetismo ha perdido días valiosos para entablar una negociación más ordenada.

Todo esto en un contexto donde se filtró la propuesta que, de manera reservada, había formulado el fondo de inversión BalckRock al gobierno.

Por el contrario, los principales acreedores (BlackRock, Fidelity, Pimco, Ashmore, entre otros), parecieran estar más coordinados. De existir un acuerdo, el gobierno tendrá que ceder bastante más de lo que tenía planeado.

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(*) Economista. Jefe de la Fundación Libertad y Progreso.