La campaña de soja 2019/20 cerró con una producción de 49,6 millones de toneladas, un 10% menos que la anterior debido a un menor volumen de lluvias que afectó al rinde medio nacional de la oleaginosa, de acuerdo con el informe del Departamento de Estimaciones Agrícolas de la Bolsa de Cereales.

La importancia de la caída en los niveles de producción -si bien la actual campaña se encuentra entre las siete mejores de la historia- podría hacerse notar tanto en la balanza comercial como en la recaudación tributaria, dos variables en las que la soja y sus derivados cuentan con un peso determinante.

Al respecto, las exportaciones netas del complejo sojero alcanzaron en 2019 a US$ 14.881 millones, el 93% del superávit comercial total que la Argentina tuvo en todo el año y si se toman los valores de la última década, su hipotética ausencia hubiera transformado el saldo favorable acumulado de US$ 39.233,6 millones en un balance deficitario.

La liquidación del sector agroexportador en ese decenio (del que la soja y derivados es el componente principal) acumuló un monto de US$ 223.302,4 millones, de lo que se desprende que sin su aporte el superávit comercial se habría transformado en un déficit de US$ 184.068,8 millones.

Por su parte, los derechos de exportación representaron el año pasado el 7,9% del total de la recaudación tributaria del Estado nacional, según datos de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP).

Las proyecciones para la próxima campaña son inciertas, si se tiene en cuenta que la que está concluyendo comenzó con un esquema de retenciones para la soja de 4 pesos por dólar exportado más un 18%, que luego fue modificado dos veces tras la asunción del presidente Alberto Fernández para quedar en el 33% actual.

“Si bien restan algunos lotes por cosechar en el sur de la provincia de Buenos Aires, la superficie remanente no es significativa y ello permite dar por concluida la campaña”, señaló la Bolsa de Cereales en su último relevamiento.

La caída del 10% en relación con la campaña 2018/19 fue consecuencia del déficit hídrico que afectó al cultivo en plena etapa crítica.

Por tal razón, el rinde medio nacional promedió los 29,4 quintales por hectárea, un 12,1% menos que en el ciclo previo y un 1,4% de caída en comparación al promedio de las últimas cinco campañas.

Entre los lotes de primera (que representaron el 68% del área cosechada), el rinde promedio fue superior al promedio y alcanzó los 32 quintales por hectárea, una productividad que se ubica por debajo de los 36,2 qq/ha de la campaña anterior.

El 32% restante correspondió a lotes de segunda, que finalizaron el ciclo con un rinde promedio de 23,9 qq/Ha, con una caída interanual de -3,4 qq/Ha, si bien se ubica 1,5 qq/Ha por encima al promedio de las cinco campañas previas.

A escala regional, los mejores rendimientos se ubicaron sobre el centro de la región agrícola, más precisamente en las regiones Núcleo Norte, Núcleo Sur y Norte de La Pampa y Oeste de Buenos Aires.