Pasan las elecciones, los partidos hacen sus balances y los argentinos, a partir de ese momento, estamos inmersos en una coyuntura política diferente.

Pero no debemos engañarnos: los desafíos que enfrentamos siguen siendo los mismos.

A veces, el fervor de las campañas puede llevarnos a creer que podemos elegir cuáles son las problemáticas que marcarán el pulso de nuestros días, pero lamentablemente, no es así: gane quien gane, allá afuera está la Argentina.

Y el día después, a fin de cuentas, hay que hacer lo mismo que estaba pendiente el día antes.

En ese marco, está claro que debemos encontrar, con urgencia, la forma de volver a la senda del crecimiento sostenido y la generación de valor agregado con una ruta que ya conocemos: tomar las materias primas que nos da la naturaleza y transformarlas con el trabajo para así, finalmente, convertirlas en productos que despierten el interés de los consumidores.

Ahora, para poder lograrlo, primero es necesario resolver una de las grandes cuentas pendientes que nuestra economía arrastra hace años: la generación de empleo privado.

En relación con ello, dos datos pueden servir para ilustrar el escenario actual. El primero: de acuerdo a lo que informa el INDEC, en este momento en la Argentina hay 1,3 millones de personas desocupadas.

El segundo: al menos el 35% de quienes sí trabajan, lo hace en negro.

Pero tampoco hay que olvidar a quienes, muchas veces, son obviados por las estadísticas: los que, ante la falta de oportunidades, se jubilan por anticipado o, directamente, dejan de buscar empleo; los millones que trabajan en el Estado -en muchos casos, obrando como empleador de último recurso- y  debemos atraer hacia el sector privado.

Seguramente todos coincidamos en que esta situación debe ser revertida, pero para pasar de las palabras a la acción -es decir, para que las empresas deseen emplear y puedan hacerlo sin temor al conflicto, sin acumular pasivos laborales y sin estar bajo la constante amenaza de la industria del juicio-, debemos modificar el marco indemnizatorio actual que, es evidente, impide que el mercado de trabajo sea capaz de acoger a las personas que hoy en
la Argentina necesitan trabajar para salir de la pobreza, que alcanza a cerca del 40% de la población.

Así pues, el día después llega y nos urge a buscar soluciones. Creo decididamente que la mejor manera de revertir este panorama es implementando la Mochila Argentina, el proyecto de reforma del sistema indemnizatorio que reducirá los costos de las empresas y ampliará los derechos de los trabajadores a la vez, inyectando así al mercado laboral el dinamismo que tanto necesita.

La propuesta, muy simple, gira en torno a un Seguro de Garantía de Indemnización (SGI), que las empresas deberán pagar sobre sus nóminas salariales.

Los fondos del SGI, que serán administrados por el Estado, garantizan que el 100% de los trabajadores cobrarán sus indemnizaciones sin necesidad de hacer juicio.

Las mismas se pagarán mensualmente -y en forma actualizada- a quienes pierdan sus empleos, hasta que agoten los meses correspondientes a sus años de antigüedad o consigan otro trabajo.

Asimismo, cabe señalar que también cobrarán quienes decidan renunciar a sus empleos (por la razón que sea) y que además, desaparecerá la distinción entre despido con y sin causa.

Otra novedad valiosa de la propuesta es que los trabajadores llevarán su antigüedad de empresa en empresa, como en una mochila, lo cual les dará mayor libertad para moverse en busca de mejores salarios.

Por último, la Mochila Argentina será heredable y también servirá como complemento a la jubilación.

Para las empresas, por otro lado, los beneficios son claros: aumentarán su valor a partir de la eliminación de los pasivos laborales, lo cual, a su vez, les dará mayor acceso a créditos bancarios, que les permitirán invertir y crecer.

La industria del juicio laboral, por su parte, dejará de ser una amenaza para la supervivencia de las pymes, que hoy muchas veces son llevadas a la quiebra por fallos adversos.

Pero sobre todo, la Mochila Argentina les hará más factible tomar personal para aumentar su producción.

Y en ese horizonte de mayor previsibilidad financiera, habrá más oportunidades para todos.

El día después, entonces, llega con una agenda igual a la del día antes.

Sean quienes sean los ganadores de esta elección, debemos darle a la sociedad lo que necesita: empleo y una economía vital, capaz de generar riqueza y no solo de redistribuirla. Si no, no podremos decir que nadie haya ganado verdaderamente.

Tenemos el deber de transformar una estructura económica que no responde al Siglo XXI y la oportunidad de hacerlo en un contexto de ampliación de derechos.

Es hora de implementar la Mochila Argentina para que, de una vez, el día después llegue con nuevas oportunidades para nuestro país.

(*) - Teddy Karagozian es CEO de TN & Platex.