El suelo es un recurso "no renovable" y es el sustento que provee de alimentos, forraje, fibra y biocombustibles, como también de refugio y ambientes recreativos.

El contenido de materia orgánica del suelo (MO) es considerado el indicador por excelencia de la salud del mismo.

La MO que está formada por residuos vegetales y animales en distinto grado de descomposición, juega un rol fundamental en la estructura y en la fertilidad química del suelo, contribuyendo a la formación de los agregados y brindando los nutrientes necesarios para el crecimiento de los cultivos.

Las rotaciones con cultivos voluminosos, la inclusión de cultivos de cobertura, la fertilización y el manejo de los residuos a través de la siembra directa, son algunas de las prácticas que mayor efecto positivo ejercen sobre el contenido de materia orgánica del suelo a través del tiempo, y de esta forma modificando la provisión de nutrientes a los cultivos.

Las tendencias de aumento de la producción de los cultivos en Argentina sugieren que habrá un uso más intensivo de los recursos, tanto sea por maximizar el rendimiento de un cultivo en particular o incluir un mayor número de cultivos en las secuencias, lo que tendrá como consecuencia un mayor requerimiento de nutrientes.

Un adecuado aporte de nutrientes no sólo es necesario para sostener la producción, sino también para contribuir a la salud del suelo.

Son 17 los nutrientes que tienen funciones esenciales en las plantas que incluyen los elementos no minerales provenientes del aire y el agua (95% del peso seco de las plantas).

Y los elementos minerales que deben ser tomados del suelo a través de las raíces, o también a través del proceso de fijación simbiótica en el caso de las leguminosas con el nitrógeno (N) a través de la asociación especifica con bacterias del género Rhizobium.

Entonces el aporte de nutrientes a los sistemas de producción puede ser realizado a través del uso de fertilizantes, el uso de efluentes de la ganadería, la utilización de abonos orgánicos, o la inclusión de leguminosas en las rotaciones.

La respuesta al uso de estas fuentes de nutriente será función del balance entre la demanda de nutrientes determinado por el nivel de producción, y la oferta de nutrientes, asociada a la capacidad de los suelos de ofrecer las formas disponibles de los nutrientes que los cultivos necesitan.

Los suelos de la región agrícola de Argentina tienen deficiencias de distinta intensidad de nitrógeno, fósforo, azufre y también algunos micronutrientes como zinc.

Asimismo, los niveles de otros nutrientes que no fueron aportados por fertilización están disminuyendo en los últimos años.

En el caso de nutrientes de baja movilidad como fósforo o zinc, valores por debajo de 18 o una parte por millón (ppm) en los 20 cm superficiales, respectivamente, indican mayor probabilidad de respuesta a la fertilización con estos nutrientes.

Dado que estos nutrientes tienen baja movilidad en el suelo, puede tener efectos residuales en los cultivos siguientes, y la planificación de la fertilización del mismo puede realizarse para una secuencia.

En el caso de la fertilización con nitrógeno en maíz y trigo (con mayor movilidad en el suelo), la recomendación de fertilización se basa en el contenido de N como nitratos hasta los 60 cm y agregar una cantidad de N como fertilizante de acuerdo a umbrales calibrados según el potencial de producción  esperado de cada lote.

La fertilización con azufre es importante en lotes degradados con bajos contenidos de materia orgánica y donde además no se ha aplicado fertilizante azufrado en los últimos años.

En todos los casos el aporte de nutrientes en los sistemas de producción deberá tener en cuenta las cuatro reglas del manejo de los nutrientes: dosis, fuente, lugar y momento de aplicación correcto.

En resumen, para manejar la fertilidad química de un lote, el análisis químico es el punto de partida no sólo para un correcto diagnóstico de la fertilización de los cultivos, sino también para evaluar el nivel de fertilidad de los suelos en respuesta a las prácticas que se han realizado en los últimos años, y de esta forma hacer un manejo más sustentable del sistema de producción.

(*) - Fernando Salvagiotti es especialista del INTA Oliveros.