Por Víctor Beker (*)

Pese a haber concluido exitosamente la reestructuración de la deuda y contar con un significativo saldo en la balanza comercial, la economía argentina atraviesa una muy delicada situación.

Ante la inexistencia de consensos mínimos en la sociedad, la emergencia generada por la pandemia sigue agravándose. El nivel de incertidumbre generado por la profunda fractura social paraliza la economía y ralentiza la recuperación.

Las turbulencias en el mercado cambiario siguen poniendo en jaque a la conducción económica. El Gobierno trata de administrar la crisis, pero corre detrás de los problemas.

La emisión de títulos en pesos indexados ha sido un paso en el camino de absorber la liquidez excedente con alternativas atractivas para el ahorrista que, hasta ahora, tenía casi como única opción la divisa estadounidense para preservar el valor de sus ahorros.

La pandemia ha generado una situación inédita. Cada vez que en el pasado existió un mercado paralelo para el dólar, una fuente de alimentación importante de la oferta eran las ventas de los turistas extranjeros.

Con las fronteras cerradas, hoy esa fuente no existe. Por lo tanto, tenemos un mercado con una fuerte demanda pero casi sin oferta. En un mercado sin oferta, el precio puede ser infinito.

La autorización al ingreso de turistas de países limítrofes apunta a generar un canal de alimentación de dicha oferta. Ello debería complementarse con otras medidas que disminuyan la demanda de divisas y aumenten su oferta.

Para morigerar la demanda de dólares, los activos en pesos indexados que permiten absorber el enorme excedente de liquidez creado en estos meses es una alternativa.

El desdoblamiento cambiario y la liquidación en el mercado financiero de las divisas provenientes de exportaciones no tradicionales, incluyendo servicios de alto valor agregado, podrían ayudar a reducir la brecha cambiaria y aumentar el ingreso de dólares al Banco Central.

Dentro de las reservas, un importante componente está formado por los swaps acordados con China, que ascienden a unos 18.000 millones de dólares. La conversión a dólares de una parte proporcionaría al Banco Central una significativa masa de intervención para serenar el mercado cambiario.

(*) - Director del Centro de Estudios de la Nueva Economía de la Universidad de Belgrano.