La economía suma un escollo imprevisto: el contexto político inestable
Las escenas de violencia en Recoleta, la zona más custodiada de la Ciudad, cayeron mal entre los agentes económicos que toman decisiones de inversión.
Las imágenes violentas frente a la vivienda de la vicepresidenta Cristina Kirchner sumaron un obstáculo imprevisto al intento del Gobierno de encarrilar las variables económicas.
El contexto político inestable le agrega imprevisibilidad a los mercados, que en la semana recibieron una dura advertencia por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos: la suba de tasas continuará, porque una inflación de casi dos dígitos es imposible de admitir para la primera economía mundial.
El derribo de vallas, el camión hidrante, los policías heridos, los militantes detenidos, y la confirmación de que el kirchnerismo es capaz de apropiarse de las calles aún en la zona más custodiada de la Ciudad de Buenos Aires, crean un escenario poco propicio para salir a buscar inversiones en el exterior.
No obstante, el ministro de Economía, Sergio Massa, buscará alcanzar ese objetivo en 10 días, cuando esté en Washington para entrevistarse con funcionarios del Tesoro norteamericano y la titula del FMI, Kristalina Georgieva. También irá a Houston, el polo productivo de petróleo más fuerte de los Estados Unidos.
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En esa ciudad, el jefe del Palacio de Hacienda hablará sobre el potencial de Vaca Muerta, la "quimera del oro" de la Argentina.
Lo esperan interrogantes agudos. El primero, si realmente el gasoducto para sacar el gas desde esos pozos neuquinos estará listo para el próximo invierno, o se trata de otra promesa que la Argentina incumplirá ante los inversores extranjeros.
Massa responderá que sí. Pero que para eso se necesitan inversiones internacionales capaces de potenciar aún más las capacidades de Vaca Muerta. Hablará de una oportunidad única.
Para tener una idea de lo que la Argentina por ahora está desperdiciando: a nivel mundial Vaca Muerta es la segunda reserva de gas no convencional. Y en petróleo ocupa el cuarto puesto.
A diferencia de los países árabes, el país está desaprovechando una oportunidad única que está bajo su suelo. No sólo fue beneficiado por la Pampa húmeda, la tierra fértil, el clima, los paisajes para recibir turismo (otro sector en el que se invierte poco), sino ahora también con energía sin precedente.
Estados Unidos resolvió la cuestión cuando sus recursos petroleros convencionales comenzaban a tener fecha de expiración.
Inventó la tecnología del fracking, y logró volverse una potencia energética.
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La carencia de un acuerdo político al estilo uruguayo, o incluso al chileno, es una de las razones que los politólogos mencionan a la hora de explicar el fracaso de la Argentina.
Un país rico con casi el 40 por ciento de habitantes en la pobreza, cruzado por la corrupción y la ineficiencia.
"Es difícil ver un cambio con Cristina Kirchner llamando a una rebelión popular", dijo el economista Dante Sica, ex ministro de Desarrollo Productivo de Mauricio Macri.
Y alertó que la calma cambiaria lograda en las semanas recientes es insostenible en un contexto político en llamas.
En el mercado ponderan que se logró ganar tiempo en lo financiero. Pero advierten que todavía no se ve un programa económico consistente, son sólo medidas entrelazadas.
El nombramiento finalmente de Gabriel Rubisntein como viceministro de Economía, contribuyó a calmar las aguas en el escenario bursátil. Los bonos subieron y bajó el riesgo país. Las acciones argentinas que cotizan en Nueva York también muestran una recuperación en agosto.
El Banco Central terminó la semana comprando dólares, con la tensión sobre el tipo de cambio cediendo.
Para los analistas financieros, generaron calma, por un lado, un contexto internacional favorable para los bonos en este último mes y, por otro, la orientación de las medidas desde el Ministerio de Economía de las últimas semanas.
No obstante, los operadores económicos están muy alertas a las medidas fiscales: "Si el mercado no sigue viendo avances en lo fiscal, eso desatará de nuevo la inestabilidad", advirtió el ex viceministro de Economía Sebastián Galiani.
Ponderó, además, la llegada de Rubinstein al equipo económico: "Él venía planteando que este tipo de cambio oficial no era sostenible y que había que hacer un ajuste fiscal importante. Por lo menos sus ideas están en línea con lo que hay que hacer. Ahora, de ahí a cuánto podrá hacer, probablemente le exceda", señaló.
Para alcanzar la meta comprometida con el FMI de tener un déficit fiscal no mayor al 2,5% del Producto Bruto, el Gobierno necesita lograr unos $370.000 millones entre suba de ingresos y poda de gastos, en el último cuatrimestre del año.
Ese número representa un "esfuerzo fiscal" de casi 0,9% sobre el PIB, que para el 2022 rondaría los US$ 570.000 millones, unos $8 billones, a un tipo de cambio mayorista de $140.
El anticipo de ganancias le podría aportar al Tesoro Nacional recursos equivalentes a $100.000 millones (0,13% del PIB), la segmentación de tarifas bajaría el gasto en $139.500 millones (0,18%) y la reducción del gasto en Ministerio anunciada significarían $128.000 millones (0,17%), señaló un reporte del instituto IARAF.
En conjunto, las medidas anunciadas hasta ahora aportarían $367.500 millones, equivalentes a 0,47% del PIB, indica el reporte elaborado por los economistas Nadin Argañaraz y María José Nieto.
"Esto significa que aún restaría un incremento en los ingresos, reducción de gastos o combinación de ambos por 0,41% del PIB", advirtieron.
Allí radica la diferencia entre cumplir las metas con el FMI o tener que pedir una "waiver" (dispensa), que meterá más ruido en un mercado ya de por sí sensible.
El Gobierno fijó su objetivo de bajar la inflación. El presidente Alberto Fernández acaba de decir que ese es el "principal problema" a resolver. El costo de vida se proyecta al 90% para este año, según consultoras.
El Estado es uno de los principales formadores de precios. Es que, a la inercia de la suba de precios, se suman los ajustes de tarifas.
Pero el problema más importante que observan los agentes económicos es político. El 2023 será un año de elección presidencial, por lo cual Massa tendrá tiempo hasta marzo o abril para tomar medidas antipáticas con el bolsillo de la población.
A las subas en las tarifas de luz y gas, se sumará para esa fecha un incremento del agua corriente y las cloacas, una de las variables que más impacta sobre el bolsillo de las clases medias.
Hasta hace un mes, las consultoras estimaban que la inflación cerraría este año en torno al 90% y pronosticaban que en el 2023 la suba de precios rondaría el 76%.
Pero en las últimas semanas la dinámica de los aumentos de precios se aceleró y ya son varios los economistas que ven la inflación del año que viene a la par o incluso por encima de las estimaciones para este año.
La Fundación FIEL proyecta un salto inflacionario del 112% para este año y del 117% para el próximo. JP Morgan llega al 101,2% para 2023. En los primeros siete meses del año, la inflación acumula 46%. En julio, el último dato oficial, el índice fue de 7,4%, el más alto para un mes desde abril de 2002.
Para este mes se prevé que la inflación rondará el 6,5% y hacia adelante los analistas ven complejo que baje del 5% mensual.
Tiene razón el Presidente. La inflación es el principal problema de los argentinos. Pero atención, que no es el único.