La Argentina continúa recuperándose y para citar algunos indicadores se puede mencionar que la producción industrial en febrero tuvo el mejor resultado desde 2016, en enero se crearon 29 mil nuevos empleos en el sector privado formal y 53 de cada 100 pesos que se destinan al financiamiento de empresas van en la actualidad a las PyMEs.

Sin embargo, hay una sensación de agobio debido a la persistencia de la inflación. ¿Qué es lo que sucede con la suba de los precios?

En el primer trimestre de 2022, la emisión monetaria fue del 0,15% del PBI. En el 2020 había sido del 7,3% y en el 2021 del 3,7%.

Ello significa que prácticamente no ha habido emisión para financiar el déficit fiscal durante lo que va de este año, uno de los argumentos centrales de las teorías liberales para explicar la inflación.

Por otra parte, la brecha entre los distintos tipos de cambio con relación al oficial ha bajado considerablemente luego de la firma del entendimiento con el Fondo Monetario Internacional.

Llegamos, entonces, a una situación extraña: la inflación creciente no se explica ni por la emisión monetaria, ni por la variación del tipo de cambio, ni por las reservas que crecieron con los desembolsos del Fondo, ni por problemas del sector externo, ni por el déficit de la balanza comercial.

Queda una variable que es la que siempre mencionamos: la puja distributiva. Es decir: la disputa por la riqueza que produce la expansión económica.

Parafraseando al Presidente: sin crecimiento no se puede, con crecimiento sólo no alcanza. No se puede distribuir si no se crece, pero si se crece sin distribuir no se resuelven los problemas.

Un proyecto de crecimiento con distribución demanda un conjunto complejo de políticas. No basta con medidas aisladas.

Las paritarias, por ejemplo, son un mecanismo imprescindible en la discusión entre empresarios y trabajadores para que estos últimos mejoren sus ingresos. Pero requieren del acompañamiento de otras iniciativas.

Supongamos que el gobierno saca una resolución y declara: "se aumentan todos los salarios un 50%".

Si esta decisión no viene acompañada de otras políticas, lo más probable es que en los días siguientes los precios aumenten en la misma proporción en que subieron previamente los salarios.

De ese modo, se genera la transferencia de esta mejora de los ingresos a los grandes conglomerados económicos productores de los artículos de consumo masivo.

La oposición neoliberal en la Argentina denomina "plan platita" a los procedimientos para distribuir los beneficios de la actividad económica entre trabajadores y trabajadoras.

Por supuesto: lo que intentan es descalificar las políticas de distribución del ingreso a través de la mejora del poder adquisitivo de las mayorías.

Pero si, en un contexto de paritarias, los precios van por el ascensor y los salarios por la escalera, el crecimiento de la torta se redistribuye mal.

Es allí cuando se produce una aparente contradicción: la economía crece y, sin embargo, la sociedad se vuelve cada vez más injusta.

En el escenario actual, las paritarias abiertas son una herramienta defensiva para que los ingresos de los trabajadores registrados no se atrasen frente a la escalada de los precios.

Para avanzar hacia una política ofensiva, si las condiciones políticas lo permitieran, habría que producir, por ejemplo, un congelamiento general de los precios y un aumento de los salarios.

Además, ese aumento debería tener una intensidad inversamente proporcional a la pirámide salarial: un incremento mayor en la base y gradualmente menor en la medida que subimos en la escala hacia los que tienen mayores ingresos.

En paralelo, uno de los problemas de las políticas de precios es la debilidad de su régimen sancionatorio: si no se aplican medidas contra los que incumplen los acuerdos y se confía sólo en el "trato de caballeros", la iniciativa tiene muy pocas posibilidades de ser exitosa.

Lo anterior demuestra las enormes dificultades que se les presentan a los gobiernos que buscan cambiar la distribución de los ingresos en cualquier país.

Las dificultades son aún mayores cuando se trata de economías muy concentradas donde unas pocas grandes corporaciones producen la casi totalidad de lo que se consume.

El desafío es tan grande que exige que todos los sectores de la coalición gubernamental trabajemos juntos para resolver este y otros problemas estructurales.

El proyecto de ley para crear el Fondo Nacional para la Cancelación de la Deuda con el Fondo Monetario Internacional, presentado por el Bloque de senadores y senadoras oficialistas, es un buen ejemplo de políticas que unifican a los que integramos el Frente de Todos tras un objetivo común.

Pero, además, ¿qué tiene de malo que haya matices en cuanto a cómo se resuelven estos gravísimos problemas que no son de ahora, que no empezaron con este gobierno, que tienen una larguísima historia en la Argentina?

Hay que tener siempre en claro a quiénes tenemos en frente. El problema son aquellos que quieren un Estado pequeño, los que dicen que "achicar el Estado es agrandar la Nación"; los que aseguran que la política es una porquería y que es la culpa de todos los males; los que juran que nunca van a crear ni aumentar un impuesto; los que quieren achicar las legislaturas para "ahorrar", entre muchas otras propuestas ajustadoras.

Aquellos a quienes enfrentamos son muy poderosos. Por eso, es imprescindible afianzar lo más posible los acuerdos entre quienes estamos en el mismo espacio y peleamos por los mismos objetivos.

El camino, como siempre, es la unidad de todos y todas contra el proyecto neoliberal.

Necesitamos más y no menos fuerzas para enfrentar la recomposición de las oposiciones liberales y libertarias en la Argentina. Es cierto que con la unidad no alcanza, pero también es cierto que sin la unidad no se puede.

(*) - Carlos Heller es diputado nacional por el Frente de Todos y presidente del Partido Solidario.