En la Argentina actual, emprender equivale a arriesgarse y aventurarse en terrenos desconocidos. Las estadísticas no mienten. Se estima que más del 90% de las pymes argentinas no sobreviven más de dos años en el mercado y apenas unas pocas logran superar los cinco años de actividad.

Pero si en un país como el nuestro, rico en recursos y en talento, no es posible prosperar, la razón no debería ser la falta de recursos ni de talento, sino nuestro comportamiento y nuestros hábitos, porque como decía Albert Einstein, "no esperes resultados diferentes si sigues haciendo lo mismo".

Imaginemos, por un momento, que la Argentina fuera una empresa, una pyme dentro de nuestro ecosistema. Antes de abordar cuestiones cosméticas como el marketing o la venta, deberíamos establecer un contexto de confianza que promueva el cuidado genuino de los demás. En nuestra experiencia, la base fundamental para construir una empresa sustentable a largo plazo es la confianza. Construir confianza en los vínculos, donde haya conversaciones sinceras, honestas, donde haya integridad, donde lo que decimos y hacemos sea igual.

Eso es esencial, construir todo sobre la base de la confianza. Sobre eso se puede construir después cualquier cosa. Lo que pasa cuando no hay confianza es que nos mentimos, no decimos las cosas, hay un sistema paralelo y por ende no nos comprometemos, y si no hay compromiso y si no nos comprometemos nadie hace absolutamente nada. Eso ha sido, fundamentalmente, la clave para construir lo que nosotros tenemos.

Construir relaciones basadas en el respeto, la empatía, la honestidad y la integridad es esencial. Sin estos valores, que son fundamentales en nuestro modelo de negocio, cualquier empresa está condenada al fracaso a largo plazo.

Este enfoque de trabajo es precisamente lo que los emprendedores argentinos desean ver reflejado en la política nacional. La Argentina posee el talento y los recursos necesarios para prosperar, pero eso no es suficiente. Lo que realmente necesitamos es un entorno con reglas claras, previsibilidad y confianza.

¿Cómo podemos invertir en un país donde los líderes sacan sus inversiones al extranjero? ¿Cómo podemos confiar en un sistema donde los ahorros se mantienen en moneda extranjera?

La Argentina enfrenta una crisis de valores y confianza. La palabra y la institución están rotas, y es nuestro deber reconstruir la confianza en nuestras instituciones y en la palabra de nuestra nación. Esa es la clave del éxito.

Aquí en el país hemos tendido a premiar el ingenio y la astucia, en ocasiones ensalzando comportamientos cuestionables. Es hora de cambiar esta mentalidad y en su lugar reconocer conductas que promuevan el respeto, el trabajo en equipo y soluciones beneficiosas para todos, en otras palabras, el "ganar-ganar".

El próximo Gobierno, independientemente de su orientación política, debe enfrentar el desafío de garantizar la estabilidad política, restaurar la confianza en las instituciones y trabajar en la construcción de consensos y políticas a largo plazo que proporcionen un entorno estable para el desarrollo.

LEÉ: Alquileres sin control: en un mes subieron hasta 26%, más del doble que la inflación

Esto implica dejar atrás lo negativo y construir un nuevo camino hacia adelante, al mismo tiempo que es fundamental crear un ambiente propicio para los emprendedores, con regulaciones claras y favorables, así como políticas que fomenten la inversión y la generación de empleo, lo que incluye simplificar trámites burocráticos, reducir cargas impositivas excesivas y establecer programas de apoyo financiero y capacitación.

Los emprendedores argentinos no necesitan que el Estado intervenga o les proporcione subsidios. Lo que realmente necesitan son reglas claras, previsibilidad, capacidad de planificación y seguridad jurídica. En nuestra empresa, al igual que muchas otras empresas argentinas, hemos crecido con esfuerzo propio, con sudor y lágrimas, sin recibir ni un solo peso de ningún organismo.

Nuestro capital es capital de emprendedor, sin acuerdos, atajos ni asistencia con el Estado. Necesitamos un Estado que promueva reglas pro-empresa, que reduzca la carga impositiva y que facilite y fomente la inversión local.

El sector empresarial tiene un papel crucial en este proceso, ya que cada uno de nosotros, el empresariado, ha recibido ayuda en algún momento, ya sea de un mentor, una figura que creyó en nosotros o alguien que nos brindó una oportunidad.

Sin embargo, en muchas ocasiones, el empresariado permanece oculto, ya sea por temor a mostrar sus vulnerabilidades o debido a las dificultades que implica avanzar en nuestra sociedad.

Es nuestra responsabilidad salir de las sombras y compartir nuestro conocimiento y experiencia con la comunidad emprendedora, fomentando una cultura que promueva la creatividad, la colaboración y la competencia sana, donde la distribución del conocimiento sea clave. Esto implica facilitar el acceso al financiamiento, apoyar la creación de redes de colaboración y promover la transferencia de conocimientos y mejores prácticas.

En la Argentina, el éxito no debe ser castigado, sino recompensado. Los argentinos anhelan inspiración y liderazgo, necesitan ser escuchados y guiados por sus líderes.

Desde nuestra posición humilde, respaldada por el crecimiento y la consolidación de un modelo de negocio que siempre prioriza a las personas, extendemos una invitación a todos los ciudadanos, emprendedores, trabajadores y empresarios a unirse a la misión de impulsar el crecimiento y desarrollo de nuestro país.

Esto implica la creación de un espacio colaborativo que facilite y apoye a otros en la realización de grandes tareas. En lugar de buscar la concentración de información y poder, reconocemos que la verdadera fortaleza radica en su distribución y compartición.

La persona más valiosa en un equipo no es la que acumula información y poder, sino la que facilita su acceso y la comparte. Los instamos a unirse a esta misión, guiados por los valores de respeto, empatía y confianza.

(*) - Sebastián Sosa es presidente RE/MAX Argentina & Uruguay.