La gira europea en la que mantuvo un lugar destacado junto al presidente Alberto Fernández, parece haberle brindado algo más de oxígeno al ministro de Economía, Martín Guzmán, para intentar adoptar las señales de austeridad necesarias con el fin de cerrar acuerdos con el Club de París y el FMI.

El funcionario demostró mantener buenos vínculos con los acreedores, pero la prueba de fuego para su gestión será lograr la refinanciación del exigente calendario de pagos que tiene este año la Argentina con los organismos multilaterales.

Es el objetivo que le demanda la política oficial, necesitada de aire financiero para encarar el cruel impacto de la segunda ola de Covid, que ya ubica a la Argentina entre las once naciones con más muertes por coronavirus en el planeta.

Una vez decidido que las legislativas serán en noviembre, el Gobierno necesita contar con el financiamiento necesario para que la situación económica empiece a consolidar algún tipo de reactivación, visible a los ojos del electorado.

Para eso necesita plata. Invertir en obras públicas y lograr que el sector privado retome un ritmo de recuperación que permita sostener la creación de empleo.

La recuperación había comenzado a notarse en marzo, pero volvió a resentirse en abril, sobre todo en sectores clave como la industria automotriz, la metalmecánica y la siderurgia. 

La producción de acero crudo fue en abril de apenas 346.400 toneladas, lo que representó una caída del 18,2% respecto de marzo, por paradas de mantenimiento en las industrias y falta de insumos en algunos rubros.

En abril se registró un aumento de contagios, que afectó algunos turnos, tanto en plantas productoras de acero como en la cadena de valor metalmecánica, explicaron desde el sector.

Pero también alertaron que los extendidos cortes de ruta mantenidos durante ese mes en las rutas de Neuquén, afectaron la provisión de gas natural.

Esos cortes fueron encabezados por trabajadores autoconvocados de la salud que llegaron concretar 13 cortes de ruta, en el marco de un duro enfrentamiento con el gobierno neuquino de Omar Gutiérrez. 

Otra vez, la política y la economía entremezclados con capacidad de producir daños muy difíciles de prever por quienes proyectan Presupuestos y planifican inversiones.

El trabajo de las petroleras en Vaca Muerta para aumentar la producción de cara al invierno se retrasó a tal punto que varios grandes jugadores cancelaron contratos.

Conclusión: la Argentina deberá importar más gas este año y el buque regasificador Expedient, amarrado en la terminal bonaerense de Escobar, tendrá más trabajo.

El impacto de la segunda ola de Covid.

La demorada campaña de vacunación esmerila el escenario de recuperación vaticinado por Guzmán y el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas.

A Kulfas se lo vio muy activo el viernes durante una visita de fuerte tono político a la provincia de Tucumán.

Fue junto al jefe de Gabinete y a los ministros del Interior y de Obras Públicas, en un despliegue inusual.

En esa provincia, intercambiaron elogios con el gobernador Juan Manzur, uno de los preferidos de la vicepresidenta Cristina Kirchner, que -dicen- lo tiene en su lista de "funcionarios que funcionan".

En el mundo del dinero siguen prestando mucha atención a las señales emitidas por Cristina, a quien consideran la figura política de mayor peso en la Argentina.

Por eso en los mercados aguardan definiciones para las próximas semanas sobre diferencias notorias surgidas entre La Cámpora de Máximo Kirchner y Guzmán.

La discusión de fondo es qué hacer con la plata extra que tendrá la Argentina este año producto de los precios récord de los commodities y la posible postergación de pagos a los acreedores multilaterales.

También existen discrepancias notables sobre hasta qué punto afectar a las clases medias con la suba de tarifas.

Esos sectores forman parte de un electorado clave en el conurbano -bastión del kirchnerismo- pero también en distintas zonas de la Ciudad, donde hay expectativa en sectores cercanos al Instituto Patria, de morderle votos a Horacio Rodríguez Larreta.

Sólo por el boom de la soja, la recaudación aumentará en casi $400.000 millones este año.

Demasiada plata para que no se libre una batalla política cuerpo a cuerpo por orientar su destino.