Por Daniel Rosato.

Los empresarios conocemos la pesada carga que significaron históricamente para la industria los excesivos tributos a los estados nacional y subnacionales, que se traducían en la exportación de impuestos y pérdida de competitividad.

En cada Día de la Industria remarcamos la necesidad de reducirlos o directamente eliminarlos para despejar de distorsiones en el mercado.

Hoy ratificamos la necesidad de avanzar en una reforma que permita una baja gradual, pero la crisis nos obliga a repensar los tiempos: primero crecer, después pagar menos.

El Día de la Industria nos encuentra parados ante la crisis más profunda de la producción manufacturera argentina, con caída del mercado interno, el cierre de las fronteras por las políticas restrictivas del mundo, con una recesión heredada brutal y la caída de miles de pymes industriales.

Además de la crisis sanitaria mundial por el Covid-19, las fábricas enfrentan en la actualidad el problema de la concentración en cuatro áreas que hace que los impuestos y los salarios le sean pesados: la energía; los insumos difundidos; la acción especuladora de los bancos; y la administración del Comercio Exterior.

Para regular esas variables se necesita de un Estado fuerte y no podemos partir de su debilidad pidiéndole que primero baje los impuestos, porque consideramos que la prioridad es crecer para después pedir rebajas, y nunca al revés. Para ello tenemos propuestas.

Es tiempo de repensar la legislación laboral. El nuevo concepto debe generar y garantizar más seguridad a todos los trabajadores y trabajadoras, como también permitir a las pymes empleadoras crear trabajo sin perjuicios que atenten a la estabilidad y al crecimiento de las empresas.

Necesitamos que se sancione una nueva ley de "Compre Argentino", que permita que realmente cumpla su objetivo de darle prioridad a las manufacturas locales en las contrataciones del Estado, e incluso con beneficios para los privados que le compran a las pymes nacionales.

También se precisa una política energética que acompañe, a través de las inversiones, el crecimiento. A la vez, trazar una política de insumos difundidos para darle mayor previsibilidad a los costos de la producción de las pymes industriales.

Nada sería concreto sin una política de financiamiento para todo el sector productivo, que permita el desarrollo sustentable de la industria nacional.

Por este motivo es que propondremos, desde el Congreso Industrial, la creación de una Banca de Desarrollo Industrial de la Nación que apuntale el crecimiento y la inversión de la fabricación nacional. Esta banca debe ser sustentada por los industriales junto a sus trabajadores.

La política de Comercio Exterior es clave en el diseño de un país industrial. Controlando el mercado externo y sus variables nos permitirá fluctuar en función de las ofertas y las demandas del mundo. Para esto la innovación e inversión constante es estratégica.

Existen múltiples acciones que debemos llevar adelante en un conjunto de intereses que tienen como resultado el crecimiento y el desarrollo de nuestra Argentina.

El impulso a las exportaciones industriales a través de los reintegros; una política adecuada e integradora en materia de ciencia y tecnología; la potenciación del INTI como cuna del desarrollo; el rol de las universidades para fortalecer el conocimiento especializado; la tecnología 4.0; el medio ambiente; las economías circulares; las energías alternativas, son algunas de las necesidades.

Cuando festejamos, los industriales pensamos en las riquezas que le generamos al país y en la cantidad de empleados que sumamos a nuestras fábricas. Si seguimos adelante es porque estamos convencidos de que el futuro será industrial y será pyme.

Vamos por una Argentina grande y para todos. El sueño sigue firme.

Por Daniel Rosato, presidente de Industriales Pymes Argentinos (IPA).