En su primer mes, Milei se adjudica un éxito sobre una autoproclamada catástrofe que dice haber evitado
Los primeros días del nuevo presidente pueden definirse por año calendario. Hasta el 31 de diciembre de 2023 el clima resultó favorable y desde el 1° de enero el escenario comenzó a complicarse.
Javier Milei cumple hoy un mes al frente del Poder Ejecutivo Nacional y su relato político se basa en la épica intangible de autoproclamarse exitoso en materia económica por haber evitado una catástrofe a la que él mismo le puso supuestos parámetros de tragedia.
“La inflación que venía corriendo al 1,5% diario que significa 45% mensual, si la bajamos al 30% es un numerazo”, es el resumen del discurso económico que Milei creó.
El conjunto de los economistas profesionales coinciden parcialmente con esta apreciación. Reconocen que la inflación de diciembre “no va a empezar con 3” (parafraseando al ex ministro Sergio Massa), pero al mismo tiempo afirman que tampoco había una proyección de 45% para el último mes de 2023.
La estabilidad que se logró a poco de asumir con una serie de medidas de “urgencia” que incluyeron una brutal devaluación comenzó a tambalear con la llegada del nuevo año.
El dólar inició una escalada que más allá de la nominalidad ($1.120) impone zozobra por el ritmo. La brecha que se había hundido a niveles mínimos, al ampliarse, reatroalimenta la incertidumbre de exportadores que dudan en liquidar e inversores. A los importadores el bono que se les ofrece para pagarles la deuda no los convence.
Milei decidió enfrentar este momento con su clásico latiguillo: la culpa es de la política. Quiere el DNU 70/23 tal como fue redactado y la ley ómnibus con retoques de maquillaje. El partido está en pleno juego.
En lo discursivo Milei se inventó un aplauso: pensábamos perder 6 a 0, pero perdimos sólo por tres goles (traducción: hay 30% de inflación pero evitamos la híper). La famosa “derrota digna”.
En el medio de este nuevo relato económico quedó la ciudadanía, atrapada en una serie de decisiones con impacto adverso en lo inmediato y tratando de aguantar de pie hasta que suene la campana.
La devaluación hizo explotar los precios de los combustibles, de los alimentos y la salud, dejando al 90% de los bolsillos al borde del KO. Las piñas borraron las sonrisas y no quedó resto ni ánimo para salir de vacaciones. Las playas lo muestran.
Aguantar hasta la campana es llegar al rincón (sentarse y estabilizar presupuestos), tomar aire (esperar paritarias, recomposiciones salariales y márgenes de ganancias) y salir de nuevo al “golpe por golpe” con un adversario que tiene potencia (falta aún toda la recomposición tarifaria tanto del transporte como de los servicios públicos).
El grito de “salí de ahí ‘Maravilla’” no cuadra. No hay forma de escaparse. La decisión está tomada y es solo una cuestión de tiempo para el nuevo “massazo”. La serie de medidas adoptadas por el nuevo Gobierno sólo van en un sentido. Nada a favor de la recomposición de ingresos. El Consejo del Salario fue convocado para fin de mes y, por ejemplo, un llamado a reapertura de paritarias general debe haber quedado magullado en algún canil.
La única ventaja es que este escenario adverso no resuelta nuevo. Hay un entrenamiento de base para sortear estos momentos. Hace casi 30 años, un diciembre de 1994, Jorge “Locomotora” Castro, por ese tiempo campeón mundial, se estaba comiendo una paliza histórica contra John David Jackson. Dolía verle el rostro al “Roña”. Todos pensábamos que era “boleta” que caía y no se levantaba nunca más. Su cara estaba irreconocible; como las nuestras ahora con un marcado rictus de preocupación y tristeza. De repente, esquivó un par de golpes, se echó para atrás, sacó un zurdazo, y el “Negrito” no se despertó hasta el otro día. Esta analogía sirve como imagen para dar cuenta del sentir actual de la población: “Resistir una vez más para golpear en el momento oportuno”.