En el segundo semestre, el Banco Central podría perder 2 de cada 3 dólares que ganó en el primero
El nivel de intervenciones diarias de la autoridad monetaria en los mercados libres pasó de US$ 8 millones en abril a US$ 22 millones en julio y agosto.
El Banco Central triplicó su nivel de intervención en los mercados de cambio libres a partir de julio y si mantiene esa tendencia por el resto del año, se corre el riesgo de que en el segundo semestre pierda dos tercios de los dólares ganados en la primera parte del año.
Ese quiebre en la tendencia compradora de la autoridad monetaria que se evidenció entre diciembre de 2020 y junio de este año fue la razón principal que llevó tanto al Banco Central como a la Comisión Nacional de Valores a implementar nuevas restricciones al acceso a la adquisición de moneda extranjera a través del circuito financiero.
“En las últimas semanas aumentó significativamente la intervención del Banco Central en los mercados cambiarios libres”, destacó al respecto la consultora Quantum, que en base a relevamientos propios e informes oficiales estimó que el organismo presidido por Miguel Pesce “utilizó US$ 500 millones en julio y US$ 189 millones hasta el 12 de agosto”.
De esa forma, se pasó “de un promedio ventas netas diarias de US$ 8 millones en los meses de abril-junio a uno de US$ 21-22 millones en julio y agosto”, indicó, dejando en evidencia el incremento a casi el triple en el nivel diario de intervención en el mercado.
“De continuar este último ritmo de ventas diarias hasta principios de noviembre, el impacto sobre las reservas acumulado desde julio sería de US$ 1.950 millones”, proyectó la entidad dirigida por el ex secretario de Finanzas, Daniel Marx.
En consecuencia, en el lapso que va hasta la fecha de las elecciones generales, las ventas acumuladas del Banco Central serían equivalentes a “dos tercios de la acumulación de reservas internacionales del primer semestre del año”, que fue de US$ 3.050 millones, precisó.
De comprador a vendedor
El cambio de tendencia del Banco Central, que pasó de una posición compradora a otra vendedora, tiene su correlato en otros aspectos económicos: después de un primer semestre con un fuerte ajuste fiscal e ingresos extraordinarios por la suba de los precios de las commodities, se pasó a partir de julio a una baja en esos valores para la soja -además del fin del ciclo de liquidación de exportaciones- además de un aumento del gasto público en el marco de la tradicional incertidumbre preelectoral.
Asimismo, Quantum remarcó que la apreciación real del peso en el mercado oficial “desincentiva la oferta de dólares en este último y estimula la demanda en los alternativos”, lo que llevó a la adopción de las nuevas normas restrictivas a partir de julio.
“Pero en términos de resultados, la búsqueda de ambos objetivos -actuar sobre cantidades y precios alternativamente-, en un contexto de restricciones al acceso y operaciones, implica que existe una brecha y que se pierden reservas, a mayor o menor ritmo, pero pérdida al fin”, advirtió.
Además, la consultora señaló que esa política “genera efectos y comportamientos de oportunidad y estimula arbitrajes, en un esquema de múltiples tipos de cambio que las propias restricciones van creando”, como por ejemplo el SENEBI, la nueva “estrella” del mercado financiero.
De esa manera, se tiene a “exacerbar la demanda de dólares, sobre todo en el caso de aquellos que tienen la posibilidad de acceder al tipo de cambio más barato”.
En ese contexto, el Banco Central tiene dos cartas a favor: con las reservas acumuladas en el primer semestre, aún cuenta con “poder de fuego” y, por otro lado “el tipo de cambio real actual no está apreciado como en episodios de tensiones cambiarias anteriores”, en referencia a lo ocurrido en 2015.
“La acumulación de restricciones que se van introduciendo en el mercado de cambios refleja la preocupación oficial ante las dificultades de la economía para generar flujos netos positivos de divisas”, explicó Quantum.
No obstante, la entidad advirtió que la aplicación de esas medidas no es gratuita y que por el contrario “dificulta el crecimiento sostenido de la economía y al mismo tiempo reducir la inflación”.
“Estos son algunos de los costos de un mercado con múltiples tipos de cambio. En contraposición, un mercado único permite terminar con arbitrajes, realinear incentivos y normalizar flujos, en particular en un contexto de alta liquidez global como el actual y donde las posibilidades de conectividad y de negocios superan las fronteras entre países”, finalizó.