Por José Calero*.

Hay optimismo en el Ministerio de Economía porque las últimas cifras oficiales reflejan que la actividad mantiene un sostenido ritmo de recuperación tras el golpe más duro de la pandemia.

Si esta tendencia se profundiza, en el 2021 la actividad podría crecer por encima del 6%, y así recuperar más de la mitad de la caída sufrida este año, que el Presupuesto estima en 12,1%.

En el equipo económico explican que la mejora detectada en la comparación mes a mes hubiese sido aún mayor si una de las terminales automotrices no se veía obligada a hacer una parada técnica para adecuar sus sistemas a la fabricación de un nuevo modelo.

Cerca de Martín Guzmán confían en que la vacunación contra el Covid durante el verano será el empujón que falta y así "darlo vuelta" en el 2021, para utilizar un término acorde al fútbol que el ministro de Economía practica cada vez que la gestión le da algún respiro.

Con capacidad instalada ociosa lista para ser puesta en marcha, un dólar más barato en el mundo, China demandando commodities y la industria brasileña en recuperación, se abre un espacio para una perspectiva positiva.

En el tablero de comando del Ministerio de Economía la cotización de la soja da motivos para el entusiasmo.

Hay dos ruidos: hasta dónde la escasez hídrica hará caer la siembra de soja -se prevén unos 17 millones de hectáreas- y si se logrará antes de fin de año solucionar el paro en los puertos de granos que ya lleva casi tres semanas.

La oleaginosa marcha firme hacia la zona de los u$s 470 y eso podría anticipar una muy buena entrada de divisas para mantener una "economía tranquila" en el año electoral, como le reclaman al ministro desde el ala ultra kirchnerista de la coalición gobernante.

Las tasas de interés bajas harían el resto del trabajo, y entonces la Argentina solo debería evitar errores groseros de política macroeconómica para aprovechar la bonanza.

A la hora de analizar los números, hay motivos para mantener una expectativa favorable.

En el segundo trimestre, el período en el que impactaron más duro las medidas de aislamiento social, la actividad llegó a caer casi 20%.

En el tercer trimestre, el retroceso ya se había reducido al 10%, y en octubre, ya era del 7,4%.

¿Cuánto de ese rebote se traducirá en una mejora de los dramáticos indicadores sociales que elevan la pobreza por encima del 40%?

En el Gobierno prefieren no hacer pronósticos, pero algunos ya se animan a destacar el viento de cola que soplará a favor de la Argentina en 2021 también como factor de reducción sostenida de la pobreza.

Acuerdo con el FMI mediante -lo esperan para abril en el Gobierno- la Argentina necesitará financiamiento por algo menos de u$s 5.000 millones en el 2021, un objetivo que, según proyecciones de la Secretaría de Finanzas, se podrá alcanzar sin problemas.

Lo que será más complicado es implementar el ajuste de tarifas que, en su momento, anunció el secretario de Energía, Darío Martínez, para marzo/abril, y del cual ahora nadie quiere hablar, porque la vicepresidenta Cristina Kirchner pretende patear todas las malas noticias para después de la legislativas de octubre.

El problema es que sin un horizonte tarifario será difícil impulsar las inversiones en el sector energético, una de las actividades cuyo potencial está desaprovechado en la Argentina.

El viento internacional seguirá soplando a favor, la gran duda es hasta dónde la Argentina podrá capitalizarlo.

*Jefe de Economía de la agencia NA.