Por Ezequiel Sabor*

Desde hace décadas, el impuesto a las ganancias en nuestro país es sujeto de opiniones de un lado y de otro, pero en ningún caso se llega a un debate profundo que impulse una propuesta superadora, que no termine por perjudicar a los trabajadores.


Hablar de "modificaciones", "ajustes", "elevar el piso del monto" suena bien discursivamente, pero queda solo en conceptos que no traen ningún efecto para contener la pérdida adquisitiva de los sueldos de los trabajadores, en el permanente contexto de inflación en el que vivimos.


Como vengo diciendo desde hace tiempo, es necesario que desde la dirigencia política se tome una decisión concreta, que en lugar de poner parches en una economía tan resentida como la nuestra, procure cuidar a los trabajadores y defender sus derechos. Si hacemos un repaso de los últimos años, dejando de lado cualquier bandera política y Gobierno de turno, todas las modificaciones que se hicieron terminan caducando en el corto plazo.


En esta línea, desde mi gestión como secretario de Trabajo, vengo planteando la necesidad de eliminar el impuesto a la cuarta categoría, que hoy alcanza a 2.250.000 trabajadores. Particularmente, hoy iría un poco más y contemplaría en ese universo de excepción a los autónomos y jubilados.


Es clave entender que la carga impositiva no puede estar sobre las espaldas de los trabajadores. Cuando se efectuó la incorporación de la cuarta categoría mediante la sanción de la ley 20.628 (1973) los trabajadores con altos ingresos quedaron incluidos en la nueva normativa. Esa decisión administrativa se diseñó pensando en ese contexto económico y político; hoy está alejado de la coyuntura actual en materia de empleo y economía en nuestro país e incluso en el mundo.


En este nuevo escenario que nos deja la pandemia, estoy convencido de que es el momento de reflexionar y traer soluciones concretas a lo que resultan siempre los más golpeados y postergados: los trabajadores.

Hoy vemos que la dirigencia política, que se jacta de defender a la clase trabajadora y de gozar de acuerdos políticos, parece todavía no animarse a tomar una decisión de raíz que signifique algo más que reparar el bache.

(*) - Ex Secretario de Trabajo del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación; ex embajador extraordinario y plenipotenciario de la República Argentina en los Estados Unidos Mexicanos.