Esta semana nuevamente ha sido noticia el sistema jubilatorio argentino por la decisión del Ministerio de Economía de pesificar parte de la cartera del FGS (Fondo de Garantía de Sustentabilidad) administrador por ANSES. Lo cierto es que a pesar del revuelo que ha generado la noticia, el sistema ha sido saqueado durante décadas y poco hoy es lo que los pasivos pueden esperar del mismo. El populismo y la demagogia han destruido el ahorro de todos aquellos que en algún momento soñaron con una jubilación digna.

Durante el año 2008 (donde el populismo del matrimonio Kirchner comenzaba a mostrar sus primeros síntomas de agotamiento) empezaba a quedar atrás el superávit fiscal –bandera de los primeros años del gobierno de Néstor Carlos Kirchner- y la inflación comenzaba a acelerarse de manera preocupante: el modelo de despilfarro comenzaba a mostrar sus primeras grietas. El horizonte se empezaba a observar con cierta preocupación por primera vez por Néstor y Cristina.

Incluso la preocupación llego al punto de decidir arriesgarlo todo: durante el primer semestre del 2008 nacía la Resolución 125 (que imponía un esquema de retenciones móviles) que luego de un eterno conflicto con el campo quedó sepultada para siempre luego del voto “no positivo” de Julio Cobos (vicepresidente de la Nación de aquel entonces y titular de la Cámara Alta). Sin embargo, no sería el único intento del Gobierno por hacerse de recursos extras.

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En noviembre de aquel 2008 y luego del peor momento del gobierno kirchnerista al perder la batalla con el campo, el oficialismo dio un paso más: ante un Congreso Nacional que aplaudió sin pausas, estatizaron los fondos de las AFJP (Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones), fondos estos que desde 1994 se gestaban a partir del aporte jubilatorio de todos los que habían optado por el sistema privado de jubilación. Estos fondos representaban para el Gobierno unos 30.000 millones de dólares. Una vez expropiados, se transformaron en el “famoso” FGS (Fondo de Garantía de Sustentabilidad) que nacía con la supuesta finalidad de garantizar en el futuro mejores haberes para los jubilados y además cumplir con la función de poder actuar como un ahorro que opere de manera “contracíclica” ante eventuales crisis que pudiese atravesar nuestra economía.

El primer efecto de la estatización de las AFJP llegó más temprano que tarde: se comenzó a jubilar a todo aquel que requería un haber previsional. No importaba si había o no realizado a través de los años los aportes correspondientes: solo era relevante darles a todos un subsidio encubierto en un disfraz de haber jubilatorio. Se jubilaron sin aportes cerca de 3.700.000 de personas. Para tomar dimensión del desfalco que se le realizó al sistema jubilatorio: suponiendo que estas personas se hubiesen jubilado con un haber mínimo, y que todos tenían al momento de jubilarse una esperanza de vida promedio de 15 años, la hipoteca resultó finalmente de 151.515 millones de dólares, algo más de un tercio del PBI argentino. Esta hipoteca aún la estamos pagando, especialmente los jubilados y pensionados que reciben un haber cada vez más miserable.

En el momento en el que el kirchnerismo decidió impulsar la estatización de los fondos privados de jubilación, los pasivos cobraban un haber mínimo de 210 dólares. Ese monto llevado a la actualidad equivale a unos 295 dólares, lo que representarían al tipo de cambio libre unos 115.050 pesos. Hoy ese haber mínimo es de 73.665 pesos, lo que implica que desde que se estatizaron las AFJP –y a pesar de las promesas oficiales- los jubilados perdieron el 36% de su poder de compra.

Incluso hace algunos días el Congreso transformó en ley una nueva moratoria previsional que incorporará 800.000 personas al sistema sin que tengan realizados la totalidad sus aportes: si nuevamente utilizamos el supuesto que todos ellos se harán de una prestación equivalente apenas al haber mínimo y su esperanza de vida es de 15 años, la deuda que se generó solo con la aprobación de la última moratoria ha sido de 30.000 millones de dólares.

Como dato adicional cabe recordar que dentro del sistema jubilatorio actual hay más personas con los aportes incompletos o nulos que con los aportes totales efectivamente realizados. Además, gran parte de ANSES se sustenta en parte de los impuestos que recauda el Estado nacional y que se derivan al pago de jubilaciones. El sistema está quebrado.

Lo cierto es que el anuncio del equipo económico de “pesificar” unos 4.000 millones de dólares del FGS no es más que una nueva página de la triste historia del sistema jubilatorio argentino.

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