El salario perdió 7,8% frente a los alimentos básicos en el segundo semestre de 2020
Según la Fundación Libertad y Progreso, la caída acumula un 20% desde octubre de 2017.
Los salarios perdieron un 6,2% de su poder de compra en el segundo semestre de 2020 en relación con la evolución de la Canasta Básica Total (CBT) y un 7,8% si la comparación es con la Canasta Básica Alimentaria CBA), referencias de la pobreza y la indigencia, respectivamente.
La medición surge del Índice de Pobreza de los Trabajadores (IPT), que comenzó a elaborar y difundir la Fundación Libertad y Progreso, que mide la evolución de los salarios deflactado por las canastas señaladas.
El nuevo índice muestra el empobrecimiento de aquellos que tienen trabajo y en consecuencia perciben un salario, por lo que la situación general sería mucho peor si se incluyera a los desocupados y cuentapropistas.
Asimismo, Libertad y Progreso advirtió que “si comparamos finales del año pasado con octubre del 2017, momento en que se registró la mayor recuperación de los salarios en relación con la canasta básica antes de la crisis de 2018, podemos ver una corrosión de más de 20 puntos porcentuales”.
En cuanto a las proyecciones para el mediano plazo, la entidad señaló que “de no realizarse reformas estructurales para revertir el rumbo que lleva la Argentina lo más probable es que luego de las elecciones de este año, la caída sea estrepitosa”.
En la presentación del nuevo índice, la fundación remarcó que si se confronta la situación argentina con la de otros países de la región, no es cierto que los alimentos son caros sino que lo que ocurre es una significativa caída del salario promedio, que ya se encuentra entre los más bajos si se lo compara, por ejemplo, con los de Uruguay y Chile.
“Muchas veces se responsabiliza a ‘los grandes formadores de precios’ por los aumentos y de esta manera se justifica el establecimiento de precios máximos. Sin embargo, a la hora de cotejar los precios de huevos, leche, carne y otros alimentos entre Argentina, Chile y Uruguay observamos que en nuestro país no son más caros, al contrario, suelen ser más baratos”, aseguró Libertad y Progreso.
Al respecto, indicó que mientras un litro de leche cuesta en la Argentina US$ 0,88, su precio es de US$ 1,12 en Chile y US$ 0,78 en Uruguay. El kilo de carne, a US$ 5,71 en la Argentina, vale US$ 9,40 para los trasandinos y US$ 8,04 para los orientales, en tanto que la docena de huevos, que está a US$ 1,69 en la Argentina, cotiza a US$ 2,89 en Chile y US$ 2,32 en Uruguay.
“Las diferencias residen en realidad en el poder de compra, mientras que un trabajador argentino percibe (al tipo de cambio oficial) US$ 506, un trabajador chileno US$ 645 y un uruguayo, US$ 514”, indicó la Fundación.
El director ejecutivo de la Fundación, Aldo Abram, tomó en cuenta esos niveles de precios y salarios para refutar a quienes aseguran que “los alimentos salen más caros porque los exportamos, lo cual es absurdo”.
“Si yo le pregunto a cualquiera en la calle: ¿quién va a comer una ensalada más barata, el que produce la lechuga o el que la compra en la verdulería o en el supermercado? Sin lugar a dudas me van a decir que quien la produce. Y tienen razón, por el costo de comercialización que hay que sumarle desde que se produce hasta el punto de venta”, planteó.
Abram sostuvo que “lo mismo pasa con los países” y dijo al respecto que “el precio del bien al que se vende en la Argentina es el valor del bien puesto en la frontera o el puerto. Después, quien lo importa va a tener que pagar todos los costos de llevarlos a sus góndolas de su país, lo cual obviamente hace que eso sea más caro allá que en Argentina”.
“Estamos consumiendo alimentos mucho más barato que los países que los importan y nos parecen caros. El problema es que las políticas que estamos implementando hacen que cada vez se invierta menos en Argentina”, subrayó.
Para el economista, “eso hace que los trabajadores cobren menos y en definitiva ese empobrecimiento hace que no puedan comprar los alimentos”, en tanto “en los países importadores que tienen más inversión se generan empleos productivos con sueldos más altos que permiten comprar los alimentos aun cuando son más caros que acá”.