Parecen haberse acabado aquellos tiempos donde la política daba buenas noticias. Las medidas o actos de Gobierno hasta no hace mucho incluían siempre noticias que apuntaban a contentar a un determinado sector social. Jubilaciones con moratorias, nuevos planes sociales, subsidios a los servicios públicos, congelamientos de precios y decenas de cuestiones de corte populista que significaban en muchos, anuncios cargados de esperanza.

El Gobierno está en su fase final, sin poder ni capacidad de reacción. Seguramente uno de los peores Gobiernos de la historia democrática debe encontrarse sorprendido y algo desorientado: su única manera de gobernar es con populismo y hoy ya no hay recursos para ello.

Esta semana el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad (dependencia que piensa gastar este año al menos unos 54.700 millones de pesos) ha anunciado con tono de epopeya su “Plan menstruar” con el lema “Menstruar es político”. El tiempo dirá cuantos miles de millones de pesos se gastarán en cuestiones estrictamente políticas disfrazadas del cuidado a la mujer cuando los femicidios siguen en aumento y la pobreza no detiene su marcha. El esclavismo parece ser por ahora la única razón que empuja este tipo de políticas públicas en un país cagado de necesidades insatisfechas tan elementales como lo son el poder alimentarse. Nadie está pensando en ver como dignificar a la mujer generando crecimiento, inversión y empleo: parece que lo importante radica en precisamente lo contrario para poder tenerlas de rehén.

Mientras el Ministerio de las Mujeres estos días hizo lo suyo, el Presidente de la Nación se encontraba de gira por Brasil sacándose fotos con el dictador Maduro mostrándole una vez más al mundo lo cercano que somos a personajes que han quebrantado el régimen institucional, democrático y que hasta han puesto de manifiesto ante el mundo sus sistemáticas violaciones a los derechos humanos.

LEE: Cómo saber si un billete de $2.000 no es trucho

Al otro lado del mundo parecían por un momento estar las buenas noticias. Un viaje a China en búsqueda de dólares frescos que parecían por fin cortar una racha de mucho tiempo en donde escaseaban las buenas nuevas. También todo ha quedado trunco: el equipo económico apenas pudo anunciar algunas inversiones (que veremos si terminan de concretarse y en que tiempos) y una renovación del swap con China que no es más que un esquema que nos acompaña desde hace tiempo y que tiene como finalidad financiar el propio déficit que tenemos con el país oriental (unos 800 millones de dólares mensuales). En caso de utilizarlo debemos devolverlo en un año, porque como sabemos, nada es gratis ni para siempre.

El Gobierno no tiene nada para mostrar. A pesar que la inflación, la pobreza y el estancamiento acechan, no parecen ser estas preocupaciones que hoy estén desvelando a la clase política gobernante.