En un mundo globalizado, intercomunicado y altamente competitivo, uno de los valores que debemos destacar es el desarrollo de las habilidades de los trabajadores, quienes se encuentran inmersos en un mercado laboral cambiante, con profesiones y oficios en permanente mutación.

La pandemia incorporó a gran velocidad, al mercado laboral, las plataformas cuyo fenómeno del trabajo es complejo y heterogéneo. Desde hace varios años se ha observado cómo las Apps están revolucionando industrias tan disímiles como el transporte de pasajeros y el alojamiento turísticos.

Aún sin haber encontrado soluciones definitivas respecto al encuadre del trabajo en plataformas, en muchos países la crisis del coronavirus ha motivado en las plataformas digitales una ola de iniciativas tendientes a aliviar el impacto entre quienes interactúan a través de ellas y brindar servicios nuevos y adaptados.

Cabe entonces preguntarse: ¿puede la pandemia hacer que la economía GIG (el trabajo en la era digital) se vuelva verdaderamente colaborativa y más amplia? Existen profundas diferencias en cómo la pandemia y las respuestas de la política afectan, económica y sanitariamente los distintos sectores económicos y a los distintos sectores sociales. Ni hablar de las asociaciones gremiales y los líderes
sindicales.

Las medidas de distanciamiento y de cuarentena imposibilitan trabajar a algunos y generar ingresos a muchas personas que se desempeñan en la economía de plataformas.

En algunos países, como en la Argentina, todavía continúan operando repartidores y mensajeros que entran en la categoría de servicios esenciales. Se estima que el coronavirus ha imposibilitado trabajar y generar ingresos a más del 65% de los trabajadores.

Más allá de las medidas gubernamentales, quienes generan ingresos a través de plataformas también se han visto afectados por el cambio de conductas de consumidores y/o por la propia decisión de aislamiento ante el riesgo de contagio.

Si bien las plataformas han puesto en práctica y se han esforzado en comunicar medidas de apoyo a la población en general y han desplegado iniciativas capaces de colaborar con el sector público, no es menos cierto que han reflotado uno de los principales conflictos no resueltos con relación a estos modelos de negocio: la naturaleza del vínculo laboral y la ausencia de un marco de protección.

La metamorfosis del trabajo


El trabajo no es lo que era, no pasó de un formato a otro. El trabajo hoy es un fenómeno social que ofrece un abanico de opciones variadas. El trabajo ha experimentado una verdadera metamorfosis:

1. La convergencia tecnológica y desarrollo de tecnologías exponenciales: los algoritmos ya son parte de la vida cotidiana, igualmente fenómenos como el "big data" están cambiando nuestra cultura.

2. El envejecimiento poblacional: el aumento de la esperanza de vida trajo consigo el poder reconvertirse, aprender y desaprender y reaprender para poder aportar valor durante más tiempo.

3. Las migraciones según los organismos internacionales estiman que existen más de 232 millones de personas que viven y trabajan fuera de sus países de origen. Ya sea los diversos motivos por los que las personas emigran, lo cierto es que impactan directamente en el mercado laboral.

4. La pandemia de Covid-19 consolidó la organización del trabajo en modo remoto y a través de plataformas. Se rompió el contrato social del siglo XX.

5. Estamos en la era de la diversidad. Pero no solamente referida a etnias, credos o preferencias sexuales, sino en las diversas formas de adquirir conocimientos o habilidades. El mundo es volátil, incierto y complejo que requiere opciones flexibles para procurar incluirnos a todos.

¿Cómo puede aprovechar la Argentina estas oportunidades de esta metamorfosis? Se me ocurren algunas ideas simples que seguramente pueden ser enriquecidas:

a) Definir una estrategia mirando hacia adelante.

b) Tomar cada trabajo como una forma de aprender.

c) Fortalecer las redes de contactos.

d) Pensar que el mercado laboral es global.

En definitiva debemos transitar hacia el futuro del trabajo, generando datos, impulsando acciones de innovación e identificando y midiendo resultados.

El interrogante que queda abierto es si la Argentina está preparada para el desafío y sobre todo si sus dirigentes están dispuestos a afrontarlo.

(*) - Secretario general Partido Demócrata Progresista, ex embajador en Portugal.