Por Antonio D’Eramo

El nivel de los aranceles del Mercosur se anticipa como el próximo debate diplomático entre Argentina y Brasil, que se suma a los distintos cruces que han tenido este último año Jair Bolsonaro y Alberto Fernández.

Durante la administración de Mauricio Macri se pensaba en reducirlos en torno a un 50% y que bajo el gobierno de Alberto Fernández y pandemia de Covid-19 mediante, se aceptaría una baja mínima que no conformará a los industriales de San Pablo pero traerá algo de tranquilidad a sus pares argentinos.

Se trata una pelea de tres contra uno porque la reducción arancelaria de los productos que se comercializan intra Mercosur es un anhelo no sólo de Brasil sino también de Uruguay y Paraguay. Estos dos últimos países gobernados, el primero por Luis Lacalle Pou y el segundo por Mario Benitez Abdo, poseen una visión más cercana al aperturismo económico que rige la política brasileña diseñada por el ministro de hacienda Paulo Guedes.

El Mercosur está por cumplir años y la presidencia pro témpore de la unión aduanera la detenta Argentina al menos durante el primer semestre del 2021, y posee la potestad de generar una agenda a trabajar durante estos meses. El condimento especial de generar una foto de familia por el aniversario del Mercosur viene acompañada por la tensa relación entre Jair Bolsonaro y Alberto Fernández que ha frustrado todos los intentos de tener una reunión bilateral civilizada entre los dos mandatarios.

En nuestro país, la misión que le otorgaron al embajador en Brasilia Daniel Scioli, recientemente vacunado contra el Covid-19 gracias a las gestiones que lo llevaron a formar parte del escándalo del Vacunatorio VIP del Ministerio de Salud, es una carrera de obstáculos. El embajador nacional intentará reunir a Alberto Fernández y a Jair Bolsonaro, por primera vez de cuerpo presente y no de manera remota o virtal, durante la ceremonia por el trigésimo aniversario de la creación del Mercosur el próximo 26 de marzo en lugar a convenir.

Lo cierto es que las invitaciones no pueden ser cursadas porque no hay acuerdo siquiera por el lugar del  encuentro que recordara el Tratado de Asunción del 26 de marzo de 1991 sellado por los gobiernos de Argentina; Brasil; Paraguay y Uruguay, que puso en marcha la idea generada por Raúl Alfonsín y José Sarney, plasmada en la declaración del Tratado de Foz de Iguazú de 1985, y puesta en marcha por Carlos Menem e Itamar Franco en 1991.

Si bien el encuentro podría realizarse en Asunción de Paraguay como ocurrió hace tres décadas, la Argentina al detentar la presidencia pro tempore del bloque ha planteado, a través de sus representantes, realizar la ceremonia en Buenos Aires hecho por el cual Jair Bolsonaro debería viajar a la capital que tanto busca evitar. De hecho, su gobierno propuso realizar la ceremonia en Puerto Iguazú como sucedió en 1985, en la Triple Frontera, para estar cerca de su suelo nacional.

El martes 23 se dio el primer paso formal para avanzar en una agenda. Se reunieron en Buenos Aires los coordinadores de los cuatro países en un encuentro presidido por la embajadora Rossana Surballe. Se dio inicio al calendario de trabajo de la Presidencia argentina, que se extenderá durante el primer semestre del corriente año y que incluirá la Conmemoración del 30º Aniversario de la creación del Mercosur.

La delegación Argentina expuso la propuesta de actividades conmemorativas por el aniversario, entre las que se prevé un Encuentro Presidencial el 26 de marzo; una reunión de Cancilleres; un Foro Empresarial del Mercosur; un Foro de Desarrollo Social; un Encuentro Académico y otras actividades complementarias. Y, desde luego, se abordaron temas de la agenda de trabajo Mercosur, enfocados a consolidar y profundizar el proceso de integración del bloque regional, tales como Arancel Externo Común (AEC).

Las diferencias por los aranceles

Esta cuestión y no otra es la que se dirimirá en el combate de fondo entre Argentina y Brasil apoyado por la visión aperturista de los gobiernos de Paraguay y Uruguay. 

La posición nacional es la de reformular el arancel externo con bajas menores a un solo dígito para proteger a la industria de las importaciones brasileñas, mientras que, en algunos rubros, no se propondrán cambios.

La propuesta tiene un contrafrente fuerte. El resto de los socios, guiados por la administración Bolsonaro, buscarán relajar las reglas del Mercosur. No sólo reducir los aranceles sino intentar “abrir el Mercosur” como pidieron Mario Abdo Benítez y Luis Lacalle Pou, para que cada miembro negocie individualmente con terceros países. “La vocación paraguaya de abrirse al mundo a los codazos, que es igual a la uruguaya y es parte de nuestro éxito histórico, sigue vigente y con más fuerza”, dijo Lacalle Pou hace siete días, en Punta del Este, al término de un encuentro con el presidente de Paraguay.

Un discurso similar al que pregonó Lacalle Pou en Brasilia, el pasado 3 de febrero cuando se entrevistó con Bolsonaro, y obtuvo su apoyo. El problema para los eventuales socios ideológicos es que los acuerdos de libre comercio sólo pueden cerrarse con el consentimiento de los cuatro miembros. Argentina no avala esta idea de relajación de firmar acuerdos express.

La catedrática en Relaciones Internacionales de la Universidad de San Pablo, Suhayla Khalil afirmó en declaraciones periodísticas “Debemos esperar a las negociaciones del 26 de marzo para saber si será el fin del arancel externo común (AEC), lo que sería peligroso si pensamos en las etapas de la integración económica. El Mercosur nunca ha alcanzado el nivel de mercado común, siempre se ha considerado una unión aduanera imperfecta”.

Estas imperfecciones aparecieron durante la crisis argentina del año 2001 y trajeron las disposiciones del AEC, por la cual los países del bloque deben adoptar la misma tarifa para los productos de otros países y bloques.

En la próxima reunión de presidentes del Mercosur las miradas se las llevarán Alberto Fernández y Jair Bolsonaro pero mientras que el foco de atención este puesto en todos los gestos de los presidentes en pugna el presidente uruguayo Lacalle Pou, bendecido por Bolsonaro, intentará regresar a los fundamentos del Tratado de Asunción de 1991 cuando su padre, el entonces presidente Luis Alberto Lacalle acordó con Carlos Menem diseñar la fase más liberal que conoció el Mercosur durante toda su historia.