El déficit financiero de 2020 proyectado en la ampliación presupuestaria llegaría al equivalente del 11,2% del Producto Bruto Interno (PBI) y en consecuencia sería el más elevado desde el restablecimiento de la Democracia en la Argentina, de acuerdo con las estimaciones de la consultora Invecq.

La entidad dirigida por el economista Esteban Domecq señaló que la magnitud del desequilibrio fiscal representa “un gran desafío de economía política” una vez finalizada la pandemia, ya que la necesidad de reducir sustancialmente ese déficit se dará en un año electoral como 2021 “y con gran parte del gobierno convencida en que la salida de la economía es vía un impulso estatal”.

Invecq sostuvo en su último informe de coyuntura que el proyecto de ampliación del Presupuesto 2020, que ya cuenta con dictamen favorable de mayoría en la correspondiente comisión de Diputados, “arroja como resultado un déficit fiscal de magnitudes históricas, lo que implica un gran desafío con respecto a su financiamiento, por un lado, y a su posterior corrección”.

“Si bien podría pensarse que el oficialismo exageró parcialmente las previsiones, quizás como una actitud precautoria en caso de que la coyuntura lo amerite, en los papeles la Secretaría de Hacienda está esperando para el cierre de este año un déficit primario del 8,3% del PBI y un desequilibrio fiscal total de 11,2% del PBI, al perforar los más de 3 billones de pesos de déficit”.

Aunque la consultora tenga proyecciones más prudentes, con un déficit primario del 7,5% del PBI y financiero del 10%, señaló que aún así “implica números históricos”.

Al respecto, el resultado primario pasaría a ser el más desequilibrado desde 1976, primer año de la dictadura de Jorge Videla, y el déficit financiero el mayor desde 1983, último año de la dictadura de Reynaldo Bignone.

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En consecuencia, el déficit primario de 2020 podría ser el más alto de los últimos 44 años y el financiero el más pronunciado desde el restablecimiento de la Democracia en la Argentina, según las proyecciones de Invecq basadas en datos oficiales.

El desequilibrio fiscal previsto para este año se explica en parte por “unos 3,2 puntos del PBI de gastos de emergencia para atender la emergencia sanitaria, económica y social desatada con la pandemia y otros casi 5 puntos del PBI de pérdida de ingresos públicos como consecuencia de una de las recesiones más profundas de la historia económica argentina”.

Pero los problemas no terminarían con la pandemia ya que en 2021, en el supuesto de que se eliminasen todos los gastos de emergencia por el COVID-19, no hubiera incrementos en términos reales de las erogaciones ordinarias (salarios públicos, jubilaciones, subsidios económicos, etc.) y se recuperase la mitad de los ingresos perdidos, “el fuerte desequilibrio primario de 8,3% podría corregirse hasta un 2,5%”, indicó.

La persistencia del déficit complicaría la capacidad de pago de la deuda, dando por sentado que se llegará a un acuerdo con los acreedores.

“Esto, que es fácil de ser planteado como un ejercicio matemático, es un gran desafío de economía política en un contexto donde la situación social generará demandas permanentes, con elecciones de medio término en un año y con gran parte del gobierno convencida en que la salida de la economía es vía un impulso estatal”, remarcó Invecq.

La consultora también advirtió que los límites de “las fuentes de financiamiento de semejante desequilibrio fiscal”, constituidas principalmente por la asistencia del Banco Central al Tesoro.