Desde los despachos oficiales se intenta instalar la eficacia de la política económica sobre el sector agropecuario adelantando que 2022 será un año “récord en exportaciones”. Sin embargo, detrás de las cifras duras el desglose de los números no hace más que exponer los condicionamientos que impiden elevar los valores de producción.

El rigor de las cifras estima que durante este año las exportaciones del sector agro industrial treparán a US$ 49.500 millones, con un crecimiento interanual de 13%, alcanzando un nuevo máximo.    

Sin embargo, esta mejora no es producto del impacto de políticas que facilitaron la expansión del sector sino consecuencia del alza en el precio internacional de los comodities por la invasión de Rusia a Ucrania.

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Un informe de IERAL reveló que los valores de los productos exportados aumentaron 17% en forma interanual, mientras que las cantidades cayeron 3,4%.

“La noticia se agrava considerando que, según el análisis de lo sucedido en últimos cuatro años, desde 2019 hasta esta parte, se está colocando en el mercado externo la misma cantidad de productos, sólo con algunos cambios de composición de canasta, por caso, se exporta más maíz y trigo, pero menos soja y derivados”, sostuvo el trabajo.

El análisis se realizó en base a la venta de granos, sus derivados, carne bovina y lácteos.

Según interpretó IERAL, la cifra cercana a los US$ 50 mil millones de exportaciones, supone “cierta regularización en la comercialización de todos los granos, especialmente de la soja, que viene mostrando un ritmo inusualmente bajo de operaciones en las últimas semanas, pero que deberá corregirse en algún momento de los próximos meses”.

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Con esa expectativa y considerando los saldos exportables se estima que en hasta fin de año podrían ingresar US$ 14.200 millones, a un promedio de US$ 2.800 millones.

No obstante, aclaró que en caso de mantenerse la incertidumbre y la ralentización de las ventas los ingresos podrían reducirse a US$ 12.600 millones, a un promedio de US$ 2.500 millones.