La firmeza, el trabajo y el compromiso de nuestro presidente Alberto Fernández, del ministro de Economía, Martín Guzmán, y del gobierno en su conjunto han logrado un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que no compromete ni el crecimiento sostenido de estos dos últimos años ni el futuro de la Argentina que viene.

Un acuerdo fundamental conseguido en el marco de una pandemia que ha generado estragos en todo el mundo en materia sanitaria y económica y luego de recibir un país devastado por las políticas neoliberales llevadas a cabo durante los cuatro años del gobierno de Mauricio Macri.

De todas las nefastas herencias que nos dejó ese gobierno derecha, la del endeudamiento fue sin dudas la peor.

Para tener una real dimensión basta repasar los números: esta deuda monumental e inédita asciende a nada menos que 42.845 millones de dólares, y de acuerdo a las condiciones pactadas por Juntos por el Cambio con el organismo internacional debían ser pagados entre 2022 y 2024.

Claramente esto pone al país en una situación muy compleja porque, aún, cuando se pudiera sostener la fuerte recuperación económica ocurrida durante el año pasado, es imposible conseguir los cerca de US$ 18 mil millones que se requieren para este año, los US$ 19 mil millones de 2023 y, finalmente, los aproximadamente US$ 5 mil millones de 2024.

En este sentido no debemos perder de vista que, si se contabilizan los intereses, el país debería devolverle al FMI casi 50 mil millones de dólares hasta 2024.

Para darnos una idea más completa de las imposibilidades que plantea este plan de pagos baste con decir que el 2021 culminó con un récord en la balanza comercial de nuestro país, de alrededor de 15.000 millones de dólares.

Es decir, que ni aún con este ingreso extraordinario de divisas se podría cumplir con las exigencias del FMI. Más aún si somos conscientes que el país necesita de esos dólares para desarrollarse.

Llegamos a esta situación obligados por el macrismo, que volvió a tomar un préstamo de forma totalmente irresponsable e irracional cuando en la Argentina ya nos habíamos librado hace años de las políticas dañinas del FMI para el crecimiento de nuestro país.

Y lo hicieron para que su gobierno gane las elecciones, violando la carta orgánica del organismo, sin consultar al Congreso, y siendo plenamente conscientes de que no se podía devolver en los términos y plazos en los que se hizo ese acuerdo.

Frente a la situación heredada, nuestro gobierno decidió obrar con responsabilidad.

Encaró con el tiempo necesario toda la negociación, impidiendo que nos impongan en el nuevo acuerdo reformas estructurales como la jubilatoria o laboral y o el déficit cero en un año en particular.

De este modo, podremos seguir fortaleciendo la producción, el empleo y creciendo, para luego sí poder pagar. Algo que, por otro lado, siempre fue la idea original del gobierno, lograr la mejor negociación posible sin tocar los pilares de la recuperación.

Superado este escollo, los años que vienen serán vitales para demostrar que llegamos al gobierno para poner nuevamente a la Argentina de pie.

(*) - Natalia Souto es diputada nacional de SOMOS/Barrios de Pie en el Frente de Todos.