El 9 de julio próximo, además de celebrar la Independencia, la Argentina deberá pagar casi US$ 700 millones a los bonistas que ingresaron al último canje de deuda.

En medio de la tensión financiera, deberá afrontar el vencimiento semestral del cupón de los bonos que entraron al canje en 2020.

El pago deberá cumplirse en un momento donde las reservas del Banco Central están en la mira.

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​Los precios de los bonos en dólares y el nivel del riesgo país reflejan una fuerte incertidumbre entre los inversores.

El título más golpeado es el Bonar 2035, de Ley local, que ya se hundió casi 22%.

Los bonos globales argentinos sufrieron un golpe muy fuerte las últimas semanas y van en camino de cerrar su peor mes desde la restructuración.

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Mientras el índice de los bonos emergentes muestra que los títulos públicos de la región tuvieron caídas cercanas al 17% desde que empezó el año, los argentinos perdieron hasta 40% de su valor desde enero.

En junio, la deuda argentina, que seguía más o menos el ritmo que mostraban el resto de los emergentes, se desacopló, y el castigo fue mucho mayor, advierten analistas.

El deterioro de los números fiscales, con un déficit de 0,25% del PIB en mayo, la dinámica monetaria expansiva y la falta de acumulación de divisas, ponen en duda el cumplimiento de las metas con el FMI.

En el mercado persiste la desconfianza y solo un plan de consolidación fiscal podría revertirlo, de acuerdo con economistas.

El mercado no pone en duda el pago a los bonistas, pero sigue de cerca la dinámica de las reservas.

Preocupa la falta de acumulación de divisas en el MULC en plena estacionalidad de la liquidación del agro.

Y alertan que el BCRA solo logró revertir las compras a costa de nuevas restricciones a las importaciones.