La suerte es la suma de la preparación y la oportunidad, por eso hay que estar preparados siempre. Para dirigir una empresa es importante que el emprendedor esté convencido de que crear y gestionar su propio negocio es la forma más segura y efectiva de lograr su crecimiento personal.

La forma en que la gente exitosa se hace rica, o los ricos se hacen más ricos, es creando negocios, marcas personales que los hacen únicos e "inclonables". La marca es lo que diferencia a un producto o servicio de otros.

Un cliente puede elegirnos por tener el precio más bajo, por ser el "barato". Pero si lo hacen por ser una marca, será por una promesa de calidad o una garantía de éxito. Por eso es importante contar con imagen de marca y saber cuidarla. Una buena reputación y prestigio son una ayuda invalorable a la hora de presentarnos.

El recurso más valioso es el cerebro, por lo que es clave dedicar tiempo a nutrirlo. Un emprendedor atrae al éxito gracias a la persona en que se convierte. Antes de gestionar una marca, uno debe crear su mundo interior, que luego dará lugar a su mundo exterior.

De acuerdo con cómo esté uno preparado como emprendedor, como empresario; qué hábitos productivos tenga, qué rutinas lleve a la práctica; así es como va a florecer también su marca, su negocio. También es importante manejar los miedos. En un país como Argentina donde algunos vaticinan que todo va a explotar y otros nos dicen que todo está perfecto, debemos saber qué información permitimos ingresar en nuestras cabezas, a quién escuchamos, y manejar nuestros miedos, manejar la idea de fracaso que tiene la semilla oculta de la oportunidad.

Debemos direccionar nuestra energía en confiar en uno mismo y en nuestros productos o servicios. Al ponerle fecha a un sueño que tenemos en la cabeza, se lo convierte en una meta. Una meta dividida en pasos se convierte en un plan y ese plan, apoyado por acciones concretas y constantes, se vuelve inevitablemente en una realidad.

Por lo tanto, es fundamental trabajar dividiendo las tareas en objetivos, en metas y en planificaciones. Una forma interesante para optimizar la gestión de un emprendimiento es trabajar en formatos de alta productividad como son los bloques de tiempo. Es un sistema que utilizan grandes empresarios y popularizaran hace tiempo directivos de Tesla. 

Las tareas no pueden determinar nuestro tiempo, debe ser al revés; nosotros tenemos que determinar el tiempo que le asignamos a cada tarea. Por ejemplo: cinco minutos para chequear mails, veinte a gestionar redes, cuarenta minutos para reuniones. Todo debe desarrollarse en un marco de productividad. Necesitamos optimizar nuestros recursos y el tiempo es uno de ellos.

Otra cuestión a tomar en cuenta es el valor que se le da al canal de venta, a nuestro ingreso de dinero. El emprendedor debe ser un buen vendedor. El primer paso de la venta, y del que menos se habla, es el lenguaje no verbal y gesticular. Un director, un dueño de marca, sea quien fuere la cabeza de la organización, debe saber venderse a sí mismo y a sus productos.

El 55% de la comunicación es no verbal, el 38% tiene que ver con características de la voz y solo 7% sobre lo que decimos. Es decir, que lo que decimos no es lo más importante, sino cómo lo decimos.

Finalmente, está comprobado que el 80% de los problemas de una empresa tienen que ver con defectos en la interrelación interna, la falta de comunicación clara dentro el equipo de trabajo. Cada paso debe ser estudiado y ajustado para que esto no suceda.

Hoy resulta imprescindible que el emprendedor se capacite, conozca en profundidad su negocio, su contexto y se fortalezca en función de ello para lograr el crecimiento esperado y, por qué no, resultar en una fuente de trabajo de calidad para los miles que buscan empleo.