Los precios de las canastas básicas total y de alimentos aumentaron en julio un 2,88% en los barrios populares del conurbano bonaerense y dejaron a “millones de argentinos más cerca de la indigencia”, si se tiene en cuenta que la suma de dos salarios mínimos ya no son suficientes para alcanzar la línea de pobreza.

De acuerdo con la investigación del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCi), una familia de cuatro integrantes necesitó el mes pasado $18.420,40 para cubrir sus alimentos básicos, unos $500 más que en junio, en tanto para hacer frente a los gastos de la canasta básica total requirió $45.129,98 ($1.262,17 más que el mes anterior).

La Canasta Básica Alimentaria (CBA) marca el límite de la indigencia, en tanto la CBT (que incluye algunos servicios como transporte, electricidad, agua corriente, etc) el de la pobreza, de lo que se desprende que tanto el salario mínimo, vital y móvil ($16.875) como la jubilación mínima ($16.864), son insuficientes para cubrir cualquiera de los dos niveles.

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Con el alza de precios de julio, dos salarios mínimos no alcanzan para cubrir la canasta básica total

Pero a la vez, una familia que cuenta con dos remuneraciones mínimas ($33.750) “está muy lejos del valor de la Canasta Básica Total”, por lo que serían necesarios por lo menos tres salarios mínimos.

Asimismo, ISEPCi precisó que el Salario Social Complementario que cobran los trabajadores de la Economía Popular es de $8.500, más un refuerzo extra de $3.000 por la pandemia y, en caso de contar con dos hijos con las correspondientes asignaciones universales de $3.293 cada una, se alcanzaría un total de ingresos de $18.086, “que tampoco alcanzaría para solventar sus alimentos esenciales”.

En ese sentido, apuntó que “solo podrían lograrlo con la ayuda de la Tarjeta Alimentar que permite adquirir alimentos por $ 6.000 si hay dos hijos/as en el hogar”.

ISEPCi, vinculada al movimiento Barrios de Pie, señaló en su informe que “durante la primera parte del presente año la pobreza y la indigencia crecieron notablemente, principalmente a partir de marzo que es cuando se impone el aislamiento preventivo por la irrupción de la pandemia”.

Si bien en mayo y junio hubo “un descanso” en las subas de alimentos, el reinicio de los aumentos en julio “amenaza empujar a la indigencia una nueva franja de familias cuyos ingresos no crecieron en la proporción misma que suben sus gastos indispensables”.

Respecto del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) de $10.000, subrayó que fue pagado “tres veces a lo largo de cinco meses”, con lo que prorrateado representó un ingreso de $6.000 por mes que “en el mejor de los casos sirve a los hogares para rellenar los agujeros presupuestarios que van dejando las subas de alimentos, productos de limpieza, medicamentos, y otros productos ineludibles”.