Comerciantes de la costa atlántica han comenzado revisar sus estrategias de captación de clientes durante un período estival que no tiene le perfil que auguraban cuando comenzaron a planificar el verano 2024.

La alimentación es básica en el presupuesto diario de las vacaciones familiares y ante el último fogonazo inflacionario una adecuada diagramación se vuelve imprescindible para que el dinero alcance.

Los precios en la costa atlántica varían de acuerdo a la ciudad elegida, siendo Mar del Plata una buena síntesis dado que ofrece una abundante oferta para todos los bolsillos.

Según reportes de la Ciudad Feliz un desayuno tradicional de un café con leche con tres medialunas puede encontrarse desde los $ 2.300, dependiendo de la calidad de las facturas y la localización del establecimiento. Si la opción es tomar la primera comida del día en casa una docena de facturas arranca desde los $ 3.500.

Para el mediodía la oferta también es variada, pero dentro del promedio el tradicional plato de rabas se paga en torno a los $ 10.000 y en del cornalitos cerca de los $ 8.000.

La oferta de “menú ejecutivo” con un plato principal y bebida tienen un valor inicial de $ 7.500 y como es habitual el techo lo pone cada comensal.

La opción de pizzas también pone a consideración una brecha de precio amplia con algunas muy simples desde los $ 3.000 hasta los $ 5.000 para una simple de muzzarella. Sentarse en una pizzería y añadirle una cerveza suma $ 2.000, mientras que una gaseosa añade por $ 1.000.

En la tarde los tradicionales churros tienen un precio de $ 450 en forma individual y $ 5.000 por docena, que se elevan a $ 500 y $ 6.000 si se los pide en la playa.

Junto al par un pacho se vende a $ 2.000, igual valor que el choclo enmantecado, mientras que la bebida cuesta $ 1.500. Para la hora de la cena, se mantienen las variantes que se pueden encontrar durante el día, sumándose expresiones de mayor calidad con cubiertos no menores a $ 10.000 dado que se suman los costos adicionales como por ejemplo el cobro del “cubierto”.

Los comerciantes que habían soñado con una temporada de “buena para arriba” hoy están recalculando las previsiones. La búsqueda del precio justo la calibran sin tocar los precios base (saben que la inflación los condiciona), pero sumando algún producto que termine conformando una promoción atractiva.