Por José Calero

El Gobierno busca evitar que el dólar blue termine adoptando la misma lógica que tuvo el riesgo país en el 2001, cuando la suba de ese indicador era seguida minuto a minuto como un dramático "deporte nacional" por parte de la gente, y paralizaba la toma de decisiones.

Tras el trabajoso acuerdo con los acreedores, la economía no se tranquilizó lo esperado por el ministro Martín Guzmán, y la necesidad de endurecer aún más el cepo cambiario terminó de complicar el escenario.

Acostumbrado al funcionamiento más lógico de la economía de Estados Unidos, donde tuvo tiempo para formarse junto al premio nobel Joseph Stiglitz, Guzmán está sorprendido por la relevancia que se le da en la Argentina al dólar marginal.

Sostiene que con la etapa más difícil de la renegociación de deuda solucionada y un superávit comercial consolidado, los mercados están ejerciendo una sobre reacción injustificada.

Parte del problema es que quienes toman decisiones sobre la economía real empezaron ya desde hace semanas a seguir de cerca la cotización del dólar blue.

La brecha cada vez mayor entre el precio al que se negocia esa divisa y la oficial lleva a muchos sectores a concluir que están perdiendo mucha plata.

Por empezar los exportadores, que retienen sus ventas todo lo posible a la espera de determinar donde desembocará la devaluación, mientras los importadores buscan cancelar las obligaciones que pueden, convencidos de que semana tras semana deberán pagar cada vez más por los dólares que necesitan.

En el Gobierno hay mucha preocupación, y así se lo habría transmitido el presidente Alberto Fernández a Guzmán cuando, según sostienen algunos medios, le ordenó al ministro: "Arreglá esto".

Guzmán habría admitido que el buen resultado de la renegociación de deuda quedó empañado por la necesidad de imponer más restricciones cambiarias, por lo que ahora parece apostar a acelerar un acuerdo con el FMI.

Eso explica el apuro del oficialismo en buscar darle media sanción al proyecto de Presupuesto en Diputados, y lograr que el Senado lo convierta en ley antes del arribo de la próxima misión del Fondo, en la segunda quincena de noviembre.

Guzmán apostaría ahora a cerrar un acuerdo con el organismo multilateral antes de fin de año.

Incluso, comenzó a sonar fuerte la versión de que ese acuerdo podría incluir el desembolso de dólares frescos.

El organismo no llegó a desembolsar la totalidad de los u$s 56.000 millones acordados con Mauricio Macri.

Si llegaran unos u$s 5.000 millones a robustecer las reservas con garantías de que no serán usados para la venta al mercado, podría tranquilizarse la plaza, estiman a ambos lados del mostrador de la negociación.

Parte de la tensión cambiaria está dada por el convencimiento de que las reservas líquidas del BCRA ya están en rojo, y que la autoridad monetaria está utilizando billetes que no le pertenecen, que forman parte de los depósitos de los ahorristas.

Si eso fuera así, el Central habría procedido en forma inadecuada, ya que lo que hubiese correspondido es activar el swap de intercambio de monedas con China o, en un caso extremo, vender parte del oro para hacerse de divisas.

Ambas medidas son extremas, y constituirían una señal delicada en este escenario, coinciden en la autoridad monetaria.

Es imposible determinar lo que está haciendo el BCRA, ya que forma parte de uno de los secretos mejor guardados del país, pero constituye ya un problema lo que el mercado crea que hace.

Esta crisis preocupa al sector empresarial, que empieza a notar zonas de desabastecimiento de productos y visualiza un escenario cada vez más complejo para sus negocios.

El Gobierno busca acelerar el paso en proyecto clave que fueron postergados por la pandemia, como el desarrollo de inversiones para Vaca Muerta.

Habrían sido parte de las conversaciones mantenidas esta semana por el Presidente y dos de los principales empresarios de la Argentina: Paolo Rocca (Techint) y Marcos Bulgheroni (PAE).

Alberto Fernández busca superar los eternos problemas de desconfianza de los principales empresarios del país hacia el núcleo duro del kirchnerismo.

Las recientes declaraciones del gobernador bonaerense Axel Kicillof, quien comparó la toma de tierras con las irregularidades que habría en las escrituras de algunos countries bonaerenses, parecerían no contribuir a consolidar esa relación.

En el mercado coinciden en que el tiempo le juega en contra al ministro Guzmán, porque desde la Casa Rosada aumentará la ansiedad por tranquilizar la plaza cambiaria a medida que no se logre poner freno a la escalada sin precedentes del dólar blue.

Inversores y economistas coinciden en ver un problema en que la política no esté reaccionando frente a una dinámica que va demasiado rápido.

Consideran que se dilapidó el primer acuerdo con el FMI en 2018, durante el gobierno anterior, y la Argentina se polarizó políticamente, una tendencia no es bien vista por el mundo de los negocios, que prefiere opciones inclinadas hacia el centro.

La lectura que hacen en el mercado es que se demoró demasiado el acuerdo con los acreedores, en un escenario de incertidumbre sobre qué ocurrirá con la sostenibilidad fiscal de la que siempre habla Guzmán.

Coinciden en que la pandemia terminó de hacer volar por los aires el ordenamiento fiscal y monetario.

Y que uno de los grandes errores de los últimos anuncios en materia cambiaria fue afectar la deuda de las compañías y ponerle una especie de corralito a los bonos, que Guzmán luego sacó.

Alertan que a medida que el valor del dólar oficial empiece a estar en cuestionamiento, el costo de reposición será distinto y habrá más presión para aumentar los precios.

De hecho, ya empezaron a notarse señales de desabastecimiento en algunos rubros y sectores que tienen un componente alto en dólares en su fabricación postergan ventas ante una ausencia de precios claros.

Economistas de referencia en el mercado, como Marina Dal Poggetto, directora de Estudio EcoGo, advierten que la Argentina no podría convivir largo tiempo con este nivel de brecha cambiaria.

"Venezuela convivió con una brecha cambiaria arriba del 100% durante siete años porque allí los dólares eran del gobierno. Acá, son del sector privado", alerta.