Cobre y electrificación, la dupla de la transición energética
En un mundo que avanza hacia la sostenibilidad, el cobre emerge como elemento esencial para la electrificación y la transición energética.
La transición energética es un proceso global que busca reemplazar las fuentes de energía tradicionales, basadas en combustibles fósiles, por alternativas más sostenibles y limpias. En este contexto, la electrificación y el cobre juegan roles fundamentales.
El cobre, conocido por su excelente conductividad eléctrica y térmica, es indispensable en la fabricación de componentes para energías renovables como paneles solares y turbinas eólicas. Además, es un material clave en la producción de vehículos eléctricos, que requieren hasta cuatro veces más cobre que los vehículos convencionales.
La electrificación, por su parte, implica el uso de electricidad en lugar de combustibles fósiles para una variedad de aplicaciones, desde el transporte hasta la calefacción y la refrigeración. Este cambio es esencial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y combatir el cambio climático. Así, el cobre y la electrificación se unen precisamente en la transmisión de la energía, en pos de reducir las emisiones de gases efecto invernadero.
La demanda de cobre está en constante aumento. Según el International Copper Study Group, se espera que la demanda global de cobre se duplique para 2050, impulsada por el crecimiento de la población y el desarrollo económico. Este incremento se debe en gran parte a la necesidad de infraestructuras eléctricas más eficientes y sostenibles.
En la provincia de San Juan, Argentina, el potencial geológico es significativo. Proyectos como Josemaría, Filo del Sol, El Pachón, Los Azules y El Altar, posicionan a la región como un actor clave en la producción de cobre para la transición energética. Estas iniciativas no solo impulsan la economía local, sino que también contribuyen a la descarbonización global.