El representante de la Argentina en el directorio del FMI, Sergio Chodos, consideró que las negociaciones con ese organismo no deben representar para el país "la obediencia o la firma de un contrato de adhesión".

"Una negociación no es la obediencia o la firma de un contrato de adhesión: tiene que tener la comprensión y el consenso del conjunto de la sociedad, además del de la política", sostuvo el funcionario.

Según Chodos, al FMI "le conviene que la negociación final tenga un amplio consenso, tanto por razones económicas como políticas".

Además, reconoció que existe "un problema de diseño en los sobrecargos (que cobra el Fondo a los países que tomaron deuda con ese organismo). Hay una norma que nosotros creemos que está mal, y que avanzamos y proponemos revisarla, revisarla por el conjunto".

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"El FMI es el organismo que viene a solucionar las crisis de balanza de pagos, pero hoy nuestro mayor problema en la balanza de pagos es el Fondo mismo", enfatizó, en declaraciones al canal de noticias C5N.

En ese sentido, añadió: "El problema que tiene hoy Argentina de balanza de pagos está representado por los vencimientos del propio FMI".

Respecto al acuerdo que el Fondo cerró con el ex presidente Mauricio Macri en 2018 -que el Gobierno intenta ahora renegociar- Chodos consideró: "puede ser que no haya claridad de la dimensión de lo que implica en la economía argentina y cuánto va a condicionar y afectar la vida social, económica y política de los argentinos en los próximos años".

"Tiene un tamaño tal que es entre tres y cuatro veces el del programa del 2001, que termina en el colapso del final de la convertibilidad, el que acompaña el megacanje", advirtió.

Por tal motivo, afirmó que la negociación con el organismo crediticio "tiene que tener la comprensión y el consenso del conjunto de la sociedad, además del de la política".

A su criterio, "pasar por el Congreso y la discusión social respecto a generar los mecanismos de consenso para el programa que se termine acordado con el FMI, es fundamental porque potencia, por un lado, la posición de Argentina, pero por otro, potencia la viabilidad futura del programa, y a la vez la sensación de mayor potencial, de más confianza en el conjunto de la economía".