Los beneficiarios de los diferentes programas de Seguridad Social del Estado nacional pasaron en los últimos veinte años de 3,8 millones a 18,8 millones de personas, con una caída en el beneficio per capita del 35,5% en términos reales, un deterioro que obliga a implementar “inexorablemente” un reordenamiento del sistema.

El planteo fue señalado por la consultora Quantum en su último informe semanal y trae a colación la tradicional ecuación económica entre precios y cantidades, en un contexto marcado por la preocupación del Gobierno por mejorar el desempeño del Frente de Todos para las próximas elecciones, luego de los resultados de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO).

“Al agregar beneficiarios, el sistema ‘iguala’ para abajo, afectando a los beneficiarios que ya estaban en el sistema”, destacó la entidad, que también advirtió que esa tendencia se acrecentaría si prospera “el proyecto de permitir la jubilación a desempleados de 55-60 años (mujeres y hombres, respectivamente) con 30 años de aportes”.

Esa iniciativa agregaría “mayor presión al sistema, que viene experimentando el crecimiento de beneficiarios con partidas de gasto que se han venido reduciendo por las crecientes dificultades fiscales, lo cual implica una reducción de la asistencia promedio por beneficiario”, planteó Quantum.

“Todo indica que en las próximas semanas vamos a presenciar una expansión significativa del gasto público, en particular en las partidas asociadas a la seguridad social”, como jubilaciones, asignaciones y la posible reimplantación del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), señaló.

Luego de una caída real en los primeros ocho meses, con un crecimiento nominal interanual del 22%, inferior a la inflación del 51,4%, el incremento que tendrá el gasto social es considerado “relevante” por Quantum “porque son partidas que representan el 60% del gasto primario”.

La consultora dirigida por el ex secretario de Finanzas, Daniel Marx, sostuvo que “el concepto ‘seguridad social’ fue deformándose durante las últimas décadas”, al pasar de ser casi exclusivamente algo relacionado con jubilaciones y pensiones a incorporar nuevos planes de asistencia.

Pero entre los beneficiarios que se sumaron también hubo “nuevos jubilados, mediante moratorias que los incorporaban sin cumplir con las condiciones de edad y años de aporte requeridas, que se fueron atendiendo con la caja de la ANSES y el FGS”.

“Como los recursos de este origen fueron insuficientes para hacer frente a los fondos necesarios para atender a este mayor universo de beneficiarios, se acudió al uso de recursos de rentas generales para cubrir el déficit creciente de la caja previsional”, remarcó.

De esa forma, se pasó del 2001, cuando los jubilados y pensionados representaban el 95% de los beneficiarios de la seguridad social, a un presente en el que son el 43% del total.

En ese lapso, los beneficiarios de la Seguridad Social pasaron de 3.809.275 a 18.822.710 personas, con un menor ingreso real promedio.

Eso se refleja en que la cantidad de beneficiarios aumentó un 394,13%, pero el gasto que representa, en porcentaje del PBI, pasó del 5,7% al 13,8%, es decir un incremento del 142,10%.

La consecuencia de ese desmesurado aumento en la cantidad de beneficiarios fue una caída del 35,5% en términos reales del beneficio promedio.

Quantum concluyó en ese marco que “con la incorporación de diversas prestaciones bajo la órbita de la ANSES se ha generado un sistema con beneficiarios de características heterogéneas, que requieren soluciones distintas y que además está desfinanciado”.

“Ello indica que en el futuro no muy lejano inexorablemente se requerirá concebir e implementar un reordenamiento del sistema de asistencia social”, sentenció.

Ese reordenamiento, finalizó, apunta a “volver a la sostenibilidad del sistema buscando revertir la actual tendencia a la licuación de los beneficios, en particular de los jubilados que cumplieron con los requisitos definidos actuarialmente por el sistema de previsión social”.