Argentina lidera el ranking regional de aplicación de impuestos sobre las importaciones
Con la ampliación del Impuesto PAIS a las operaciones de comercio exterior, los tributos generales promedio sobre las importaciones alcanzan el 23,8%.
La Fundación Libertad y Progreso (LyP) realizó un análisis de los impuestos aplicados a las importaciones en América Latina y concluyó que Argentina lidera el ranking, con un total de 23,8% de tributos.
La ampliación del Impuesto PAIS (Impuesto para una Argentina Inclusiva y Solidaria) anunciada el lunes pasado por el Ministerio de Economía, llevó a que Argentina se ubicara como el país de la región que más impuestos cobran directamente sobre las importaciones de bienes.
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El informe fue elaborado en base a estadísticas de la Organización Mundial del Comercio. Según el organismo internacional, el arancel Nación Más Favorecida (NMF) promedio aplicado por Argentina se ubicó en 13,3%, a lo que se suma una tasa estadística sobre las importaciones del 3% y la alícuota general del impuesto PAIS del 7,5%. De esta forma, el país se ubica con un impuesto promedio sobre las importaciones superior al 23%, el más alto en toda la región y entre los más altos a nivel mundial.
En comparación con América Latina, Argentina ya se encontraba entre los países que mayores aranceles cobraban sobre las importaciones: 13,3% (promedio arancel NMF). Que se compara con un 15,1% en Uruguay (que cobra arancel y tasa consular), 11,1% de Brasil, 7,1% en México, 6,0% en Chile y 2,3% en Perú.
Asimismo, si se compara con las principales economías desarrolladas, la diferencia es aún mayor: en la Unión Europea el arancel promedio es de 5,1%, en Japón del 3,9%, en Estados Unidos del 3,3%, Canadá con 3,8% y en Australia del 2,4%. Además, estos países tienen una red de tratados de libre comercio que permite importaciones con arancel 0% de gran parte del mundo, algo de lo que Argentina y el Mercosur carecen.
Además, con los nuevos impuestos, Argentina incluso supera a los países con mayores aranceles a nivel mundial: Sudán (21,6%), Irán (20,1%), Túnez (19,5%), Argelia (18,9%) y Uganda (18,4%).
Por sectores, los mayores impuestos recaen sobre las importaciones de indumentaria, cuyo arancel de importación promedio es del 35,0%, al que hay que sumar el 7,5% de impuesto PAIS y 3% de Tasa Estadística, para llegar a un impuesto total del 45,5%. En el mismo nivel se encuentran los vehículos terminados, cuyo arancel de importación también es del 35,0%, salvo para los originarios del Mercosur y aquellos países latinoamericanos con los que Argentina tiene vigente un acuerdo comercial. Y en tercer lugar los lácteos, con un arancel promedio del 18,3%.
El informe de LyP señala que la medida busca desincentivar la demanda de divisas en el mercado oficial de cambios y “deja en claro la voluntad oficialista de apuntalar la recaudación tributaria”. A su vez, los especialistas remarcan que “tiene un correlato negativo en términos de mayor proteccionismo, menor competencia interna y mayores precios para los consumidores”.
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En este sentido, Eugenio Marí, Economista Jefe de la Fundación Libertad y Progreso mencionó que “el gobierno persiste en su estrategia de llegar a diciembre con más impuestos y con deuda. El más perjudicado ha sido el comercio exterior, que por su facilidad de cobro suele llevarse la mayor presión impositiva. Con esto, se ha profundizado la tendencia proteccionista de Argentina, encareciendo las importaciones, la competitividad y, en consecuencia, las exportaciones. No por nada Argentina es un país que importa poco y también exporta poco”.
Además, el Economista sostuvo que “abrir la economía será imprescindible para moderar el impacto de los ajustes que hay que hacer el próximo año. Sostener los impuestos y trabas sobre las importaciones más altos del mundo únicamente contribuirá a que el ajuste lo paguen los consumidores más vulnerables, que son los que no pueden visitar el exterior para comprar tecnología, ropa y otros bienes”, agregó Marí.
Por su parte Lautaro Moschet, Economista de la Fundación Libertad y Progreso indicó que “la decisión política de mantener el tipo de cambio oficial artificialmente bajo, controlado por el cepo, estimula la demanda de importaciones y aumenta la sangría de reservas del Banco Central. Precisamente, ante la necesidad de cerrar el acuerdo con el FMI y la presión que se impuso acerca de la acumulación de reservas, llevó al gobierno a tomar la decisión de encarecer las importaciones. Esta “devaluación encubierta” favorecerá además la recaudación tributaria y acercará al cumplimiento de la meta fiscal. Todo esto ocurrirá a expensas de un sector privado cada vez más reprimido y distorsionado”.