Con mi colega Guillermo Escudé escribimos en 2007 un artículo titulado "Vida, pasión y muerte de la Convertibilidad en Argentina". Allí analizábamos los 10 años transcurridos entre 1991 y 2001, que culminarían con la crisis económico-social de ese último año. En dicho paper se explicaban las razones que hacían de este lamentable final una crónica de una muerte anunciada.

Con el tipo de cambio congelado, la persistencia inflacionaria -motorizada por los precios de los bienes no transables- fue suficiente como para que hubiera una muy significativa apreciación real del peso, a lo largo de los diez años de vigencia de la Convertibilidad.

A ello se sumó la fuerte apreciación del dólar a partir de 1995, que reforzó el atraso cambiario. Ello hizo que la producción doméstica perdiera competitividad con la mayor parte de los destinos y orígenes del comercio exterior, lo que redundó en una depresión económica, con todos los costos sociales que ello significa.

La posibilidad de prestar y tomar prestado en dólares, sin tener en consideración la vulnerabilidad a una depreciación real del peso, implicó convertir a los deudores en dólares en rehenes del régimen de Convertibilidad.

Hay que recordar que ya en las elecciones de 1995 se habló del "Voto licuadora", para referirse al sufragio de aquellos que habían contraído deudas denominadas en dólares a fin de comprar electrodomésticos, automóviles o viviendas, y que sentían pánico ante la mera posibilidad de que se saliera del uno a uno de la Convertibilidad.

El creciente deterioro del sector externo presagiaba la inminencia de una devaluación. Para detener la creciente sangría de reservas del Banco Central, el 1° de diciembre de 2001 se instauró el "corralito", con el propósito de impedir que continuara la caída de depósitos del sistema bancario, motorizada por ahorristas ansiosos por convertir sus ahorros en dólares.

Ello precipitó una crisis política, que culminó con la renuncia del presidente Fernando de la Rúa y una desordenada salida del régimen de Convertibilidad.

(* - Víctor Beker es director del Centro de Estudios de la Nueva Economía de la Universidad de Belgrano).