En la Argentina, en invierno se produce trigo, en verano soja y, en los años impares, se compran dólares. Parecen ser características previsibles de la economía del país.

En las últimas semanas, el dólar ocupó la agenda noticiosa indicando el comienzo del típico ciclo de dolarización electoral que se viene dando en los últimos 15 años.

El que no pudo controlar esta "tradición" fue el gobierno de Macri y Juntos por el Cambio, que debió pedir el auxilio del FMI para llegar a las elecciones tras liberar la fuga de capitales.

Este nuevo gobierno, contra las cuerdas por la escasez de reservas en el Banco Central, es más celoso de los dólares que logra acumular gracias a la cosecha y los controles cambiarios.

Por ese motivo anunció nuevas medidas en el mercado financiero. Sin embargo, el escenario sigue siendo muy similar al de semanas atrás.

El mercado cambiario continúa dividido en el oficial para gran parte de las operaciones con el exterior (importaciones, exportaciones y algunos pagos de deuda), y para el ahorro de unas 300.000 personas por mes que utilizan su cupo de 200 dólares mensuales.

En segundo lugar, el mercado financiero, con los dólares MEP (local) y CCL (para girar al exterior) a través de la compra-venta de bonos o acciones en el que se compran y venden dólares entre privados.

Por último, el más pequeño mercado del dólar blue o ilegal. Lo interesante es que en cada mercado, el Gobierno tiene un distinto nivel de intervención.

En el oficial deben liquidarse todas las exportaciones así que se garantiza un flujo de oferta constante, sobre todo en los meses de cosecha.

En el mercado financiero puede también intervenir con los títulos que tiene en cartera el Banco Central y así se frenó en gran parte la corrida de septiembre-octubre del año pasado.

En el dólar blue ya no tiene instrumentos de intervención directa y queda a merced de unos pocos operadores.

El riesgo que tienen las últimas operaciones dirigidas al mercado financiero es justamente perder la capacidad de intervención sobre una serie de operaciones que viene administrando.

Si se restringe demasiado el acceso a ese mercado, esas operaciones irán a parar al mercado blue, donde el gobierno no puede salir a vender dólares para contener el precio.

Por lo tanto, tampoco le conviene llevar al extremo los controles y necesita que una parte de la demanda que se destina a ahorro a través del dólar MEP y CCL siga pasando por las mesas de dinero, en las que tiene un poder de fuego importante.

Dicho esto, cómo se encuentra el mercado del dólar a esta altura del año.

Lo cierto es que comenzó el año en $140 y desde ese momento hubo un 25% de inflación. Por lo tanto, para mantenerse en la misma línea debería valer cerca de $175, lo que cotiza en la actualidad.

Es decir, hasta el momento no puede hablarse de ninguna devaluación brusca, pero los movimientos de las últimas semanas encienden las alarmas.

Además, el Banco Central intervino comprando divisas por más de US$ 7.000 millones. 

Además, pasó de una posición "vendedora" en el mercado de futuros a no tener compromisos hacia adelante, por lo que incrementa su margen de maniobra.

Con esto, el Gobierno se prepara para enfrentar un escenario electoral en el que le prestará mucha atención al tipo de cambio para evitar saltos abruptos.

Las lecciones de septiembre y octubre del 2020 son claras: la incertidumbre que se genera puede tener efectos nocivos sobre un
proceso de recuperación todavía incipiente y heterogéneo. 

La clave está en las medidas que regulen, pero le sigan dando margen de intervención, evitando que el mercado blue se convierta en una referencia y se canalicen esas operaciones por el MEP.

(*) Nicolás Pertierra es Economista del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz.