El sitio Doble Amarilla consignó el viernes 6 de octubre que “un nutrido grupo de clubes impulsa la suspensión del descenso por tabla general y que se considere un nuevo ascenso desde la Primera Nacional”.

Más allá del error en la utilización del verbo que califica la situación (dice “suspender” cuando en realidad debería decir “anular”), la noticia es, en caso de confirmarse, una bomba. Sería otro papelón de la AFA, ya que el 22 de julio pasado dio de baja un descenso (era por promedios) y ahora, cuando quedan apenas seis partidos para que finalice la actividad del 2023, podría darle otra trompada a la tan castigada credibilidad del fútbol argentino.

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La publicidad de la Liga dice que este es el torneo de los campeones del mundo, en la construcción de un slogan tan ingenioso como mentiroso. Y digo que es mentiroso porque de los jugadores que ganaron el título en Qatar apenas uno jugaba en la Liga (Franco Armani y no entró ni medio segundo en algún partido) cuando el resto desplegaba su habilidad en las ligas del exterior. Pero además es falso porque el fútbol de los campeones del mundo amerita un mínimo de seriedad en su organización y en las decisiones que se toman.

Ya es un montón dar de baja un descenso cuando el torneo se está jugando, pero abrir la posibilidad de que esto ocurra nuevamente cuando quedan un puñado de partidos, ya roza lo grotesco. Le quita toda seriedad a una competencia y abre la puerta a que pase cualquier cosa en cualquier momento.  

El argumento de que un nutrido grupo de clubes de Primera considera que el contexto social-económico del país no colabora para que dos equipos pierdan la categoría es, básicamente, una estupidez.

El texto elaborado por 15 equipo que será presentado ante el Comité Ejecutivo de AFA dice que se observa con “preocupación la delicada situación que se produce con esta definición del descenso por tabla anual que encuentra implicados la mitad de los equipos de Primera División en un contexto social y económico del país muy complicado, que se torna aún más delicado en medio de un proceso electoral tan cargado de angustias e incertidumbre”.

Ridículo. Absurdo. Mentiroso.

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Si efectivamente quieren pedir que se cambie el torneo cuando faltan seis fechas, que por lo menos digan la verdad: “En nuestros clubes los hinchas nos putean de arriba a abajo, no podemos salir a la calle por las cagadas que nos mandamos conduciendo a nuestras instituciones y no queremos pagar el costo de ser los que mandamos al equipo a la B”. Todo lo que digan por encima de esto, es falso. Es una vil excusa para no decir lo que efectivamente les pasa.

Pero como los argumentos pueden ser revoleados hacia cualquier parte con tal de llegar a ganar un debate, estos clubes que harán el pedido dicen además: "Observamos un permanente incremento en las asistencias a los estadios haciendo que el mayor número de partidos repercuta favorablemente en el ticketing y el sponsoreo de nuestros clubes”, y zanatean con que además el torneo es “más federal e inclusivo” para luego remarcar que esto es un “verdadero ejemplo del país vigente campeón mundial de fútbol y sede inaugural del Mundial 2030”.

No tienen cara.

¿Qué es lo que quieren en definitiva? Anular el descenso que queda por tabla anual y sumar un ascenso más a los dos previstos desde Primera Nacional para establecer la cantidad final de 30 equipos en la Liga Profesional de Fútbol en 2024 para así tener un torneo de 29 fechas en la primera mitad del año y otro con dos grupos de 15 en el segundo semestre.

La pregunta que queda flotando es: ¿Claudio Tapia se animará a tanto? ¿Dará otro paso para confirmar que es un pésimo administrador y que ganar un mundial de fútbol hizo que se crea con la autoridad de realizar cualquier disparate? Esperemos que por una vez reflexione y actúe con cordura.