El abrazo y las lágrimas del entrenador Lionel Scaloni con el capitán Lionel Messi tras el título obtenido en la Copa América, llegó para desterrar las especulaciones y darle el lugar que merecía en la historia de la Selección argentina, donde hizo un master en su primera experiencia en ese cargo.

Los jugadores cantando "...que de la mano, de la Scaloneta" en pleno "Maracaná" fue en parte la recompensa para el santafesino nacido en Pujato que supo vestir la camiseta albiceleste como jugador y realizó su debut frente a un plantel desde el banquillo.

Dando indicaciones durante todo el partido, protestando cada fallo arbitral, y pidiéndole a sus jugadores concentración en cada etapa del partido, tenso y vibrante ante el  eterno rival.

Por una falta de Casemiro a Montiel a los 15 minutos del primer tiempo, Scaloni habló hasta el hartazgo con el cuarto árbitro, desde el "corralito" que parecía más grande que el propio estadio.

Scaloni, de palabras cortas y teniendo a Messi "como el mejor jugador de la historia", sabía que se jugaba una parada brava y un escalón más arriba que la tercera colocación en la Copa América del 2019.

El pitazo final del uruguayo Ostojich lo encontró abrazándose con todos su colaboradores, hombres que como él vistieron la camiseta albiceleste y no pudieron conseguir títulos en la mayor como Roberto Ayala, Walter Samuel y Pablo Aimar.

Después se reencontró con sus jugadores, río y los abrazó, para terminar yendo a buscar su medalla de campeón luciendo la camiseta argentina, con lágrimas en los ojos, como quien consigue algo más que un título por un torneo de fútbol.

Scaloni, de apenas 43 años, comprendió que no era solo esperar que Messi frotara la lámpara, sino que había que tener un engranaje que lo potencie y lo empuje en una etapa personal donde el físico ya no era tan privilegiado como en otros momentos.

Se especuló también con que el santafesino venía solo a ser el motor de la renovación generacional en el equipo para luego darle paso a un entrenador con mayor espalda.

Pero la conducción de la AFA con Claudio "Chiqui" Tapia a la cabeza lo respaldó tras aquel interinato que incluyó una victoria sobre el Brasil de Tite en Arabia Saudita, el que tomó como espejo para preparar esta final en el estadio "Maracaná".

Y él empezó a trabajar silencioso, le dio lugar a jóvenes quizás desconocidos para el gran porcentaje de hinchas de la Selección (Nico González y Emi Martínez como banderas), confió en lo que podían entregarle los De Paul, los Paredes y los Lo Celso desde un inicio, y también respetó los momentos de los históricos castigados por la opinión pública (Otamendi, Di María y Agüero).

Así construyó una fortaleza grupal envidiable, se sentía algo diferente en el ambiente incluso desde aquella Copa América 2019 que se truncó por el VAR en Brasil.

Pero el fútbol, y el deporte, siempre da revancha. Fueron 28 años, se hizo esperar es cierto, pero Scaloni promovió un poco más la justicia deportiva.