River tiene una ventaja y un problema
Cuando el equipo de Demichelis juega como local, se beneficia con el campo híbrido. Cuando sale como visitante, padece las canchas normales.
En lo que va del año, en el Monumental, River jugó 20 partidos de los que ganó 19 y perdió apenas uno. Su última derrota fue el 26 de febrero ante Arsenal por 2-1 y, después de ese partido, ganó los 18 restantes tanto por el torneo de la Liga, la Copa Libertadores y por la Copa de la Liga. Marcó 45 goles y sólo le marcaron 12 veces. Armani mantuvo su valla invicta en 10 de esos 18 juegos. O sea, es casi imposible conseguir mejores números de los que obtuvo en estos nueve meses el River de Martín Demichelis.
Ahora bien. Vamos a lo que ocurrió cada vez que se alejó de Núñez. Jugó 21 partidos, ganó 7, empató 6 y perdió 8, todos también con la Liga Profesional, la Copa Libertadores y la Copa de la Liga. Anotó en 31 ocasiones, le marcaron 30 veces y Armani dejó su arco invicto en 7 ocasiones, 6 de ellas en la primera mitad del año.
En este caso, los números no son buenos y, mucho menos, si consideramos que de las últimas 14 veces que River jugó como visitante, sólo se impuso una vez, ante Banfield, 4-1, el 20 de junio. Y que los otros 13 partidos los perdió o los empató, incluido uno por la Copa Argentina ante Talleres, que lo eliminó de ese torneo. Y en estas últimas presentaciones marcó 18 goles y recibió 26.
Algunos analistas han reparado en cuestiones que tienen que ver con lo emocional del equipo de Demichelis y hasta con el efecto que genera la enorme cantidad de gente que habita el estadio de River. La lectura que se hace es que cuando los jugadores actúan ante su público mejoran la prestación; pero cuando el clima que los circunda es hostil, la prestación es considerablemente menor. Siempre hay aspectos psicológicos para semejantes cambios de rendimientos, pero ese no es el único asunto.
Con la voluntad de buscar alguna explicación que vaya un poco más allá, me permito poner a consideración de los lectores otro aspecto, y que para mí es central: el campo de juego.
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Como muchos sabrán (y otros no), el pasto en la cancha de River es híbrido, es decir una parte es natural y otra sintética. Los especialistas narran que el campo tiene un 90 por ciento de pasto natural y un 10 por ciento de sintético, que no son ni más ni menos que esas fibras verdes de polietileno que vemos en las canchitas en las que casi todos jugamos partidos con amigos 5 contra 5 ó 7 contra 7. La cancha cuenta, además, con un sistema de aireación que genera enfriamiento y calefacción para que el césped se mantenga en perfecto estado. Además, tiene succión de agua en caso de que el agua cubra la superficie. Si esto ocurre hay un control de napa que se abre y absorbe el agua, además de contar con un reservorio con doble salida en caso de mucha lluvia. Esto hace que la cancha, se mantenga perfecta cada día del año, por más que llueva, truene, caiga nieve o granizo.
¿Por qué les contamos esto? Porque en la cancha de River la pelota vuela más que en otros campos de juego. El balón rueda con mayor velocidad y los pases son más rápidos y más precisos al no haber irregularidades en el campo. O sea: los futbolistas de River están acostumbrados a jugar con condiciones del campo que no se repiten en ningún otro lugar cuando salen de su estadio. Esto quiere decir que tienen una ventaja objetiva cuando actúan como local (20 jugados, 19 ganados y uno perdido lo dice casi todo) pero que ese beneficio se les vuelve en contra cuando salen a otros campos menos cuidados o, simplemente, normales.
En definitiva, son dueños de una ventaja objetiva que, al mismo tiempo, se convierte en un problema. Por ahora la ecuación les es favorable. De hecho, a River le alcanzó para ser campeón de la Liga con comodidad y en la Copa Libertadores ganó todos sus partidos en el Monumental y quedó eliminado de ese torneo en una definición por penales, lo que equivale a decir por muy poco.
Igual, es un tema a considerar. Porque en ese mundo el que no corre, vuela, y el resto de los equipos hará el trabajo necesario para contrarrestar esa ventaja que hoy tiene River al jugar como local. Mientras que River, en cambio, va a tener que seguir lidiando con el estado malo, regular o bueno de campos de juego normales de sus adversarios.