En 1988, Racing Club demostró una vez más su grandeza al conquistar la Supercopa Interamericana, un torneo que lo posicionó como uno de los equipos más poderosos del continente. La Academia, dirigida por el carismático Alfio Basile, desplegó un fútbol ofensivo y efectivo que lo llevó a la cima del fútbol sudamericano y a enfrentarse a los mejores equipos de la CONCACAF.

Un equipo de ensueño

El equipo de Racing de 1988 era una verdadera máquina de fútbol. Con jugadores de la talla de Ubaldo Fillol, Gustavo Costas, Carlos Olarán, Julio Olarticoechea y Ramón Medina Bello, entre otros, la Academia contaba con un plantel repleto de talento y experiencia. Basile supo conformar un equipo equilibrado, con una defensa sólida y un ataque letal, capaz de imponer su juego ante cualquier rival.

Camino al título

La campaña de Racing en la Supercopa Interamericana fue impecable. El equipo argentino demostró una superioridad abrumadora sobre sus rivales, goleando a la mayoría de sus adversarios. En la final, disputada en Estados Unidos, Racing se enfrentó al Sport Herediano de Costa Rica y lo derrotó por un contundente 3-0.

Un logro que trascendió las fronteras

La conquista de la Supercopa Interamericana significó un gran logro para Racing Club y para el fútbol argentino. El equipo de Avellaneda se convirtió en el primer campeón de este torneo, consolidando su prestigio a nivel internacional. La alegría de los hinchas académicos fue inmensa, y el nombre de Racing resonó en todo el continente.

Un título en disputa

A pesar de la importancia histórica de este logro, la Conmebol ha decidido en los últimos años no reconocer oficialmente la Supercopa Interamericana de 1988. Esta decisión ha generado un gran debate entre los hinchas y especialistas, quienes consideran que este título debe ser reconocido como parte del palmarés de Racing.

Un legado imborrable

Más allá de las polémicas, la conquista de la Supercopa Interamericana de 1988 quedará siempre en la memoria de los hinchas de Racing. Este equipo, con su fútbol vistoso y su espíritu ganador, dejó una huella imborrable en la historia del club y del fútbol argentino.