Por César Luis Merlo .

Analizar un partido desde el resultado en sí, es un grave error. Siempre. En los 180 minutos de la serie de semifinales ante Boca, River mereció eliminarlo tal como sucedió. En los 90 ante Flamengo, en la final, también hizo méritos como para haberse quedado con la Copa Libertadores. Pero también debe estudiarse el cómo de ambos casos.

En ese sentido, más allá de haber tenido resultados diversos, Marcelo Gallardo no aprendió de los errores que hubo en el partido revancha frente a su rival de toda la vida, en la Bombonera.

Con el 2 a 0 de ida en el Monumental, en el que se vio a un equipo intenso que llevó por delante a Boca tal como sucediera en los primeros 45 minutos frente a Flamengo, el entrenador decidió en la revancha cambiar la fórmula y casi que limitar su estrategia a defenderse.

Ahora bien, existen dos formas de hacerlo: con la tenencia del balón y lo más lejos de tu propio arco; o regalándole la pelota a tu adversario y apretar líneas para quitarle espacios, con el riesgo que cualquier falla te expone a una posible situación de gol.

Esta última receta escogió Gallardo ante Boca, pero con intérpretes que no sienten ese tipo de fútbol, que fueron los mismos once que saltaron a la cancha en el Monumental de Lima.

¿Conclusión? El "xeneize", aun sin ser muy claro, fue el claro dominador del juego, por momentos lo arrinconó a pelotazos y le impuso condiciones, al punto tal que fue merecedor de ese 1 a 0 que no le alcanzó para forzar los penales.

Para ese juego, River colocó a futbolistas que no sienten ese juego de marca y ese fue el primer error de Gallardo: no haber apelado a Leonardo Ponzio, mediocampista netamente de corte, su única opción ya que Bruno Zuculini, de similares características, no estaba disponible por lesión.

A nivel jerarquía individual, Flamengo tiene futbolistas de mayor valía que Boca e incluso que River, como lo son Gabigol, Bruno Hernique, Evertor Ribeiro y el ingresado Diego, que le cambió la cara al ataque del equipo.

En cuanto al todo en sí, River cuenta con una estructura más sólida que el equipo brasileño, aun sin tener tanto nombre y en ese sentido es clave el hecho de contar con un proceso largo como el de Marcelo Gallardo, mientras que Jorge Jesús lleva apenas un semestre en Brasil.

Como en el primer encuentro ante Boca, River ahogó a Flamengo en la primera parte, le cortó todos los circuitos de juego y lo redujo a un equipo común y corriente y se fue merecidamente 1 a 0 al vestuario.

Tal como en la revancha ante Boca, Gallardo dispuso que su equipo se plantara 15 metros más atrás en el campo y, en vez de poner intérpretes acordes a ese plan, se volvió a equivocar.

El equipo lucía cansado, es cierto, después de haber jugado con muchísima intensidad, pero los cambios no fueron acordes a lo que pedía el encuentro, desde características de los intérpretes hasta momentos de actualidades de los propios futbolistas.

La primera variante fue la de sacar a Ignacio Fernández para colocar a Julián Álvarez, delantero por condiciones naturales, para que juegue como mediocampista externo por derecha, sector por el que Bruno Henrique encontró muchas facilidades para ganarle a él y a Gonzalo Montiel.

Es cierto que "Nacho" no había jugado bien, aunque Gallardo eligió quitar del campo al futbolista que mejor maneja los tiempos del equipo, y ya de por sí esa es una decisión más que discutible.

Con la estrategia dispuesta por el entrenador, lo más lógico hubiera sido haber colocado a Ponzio o Zuculini para tener más corte en la mitad de cancha.

El segundo cambio fue la salida de Rafael Santos Borré por lesión y el ingreso de Lucas Pratto, vital en la obtención de la Copa Libertadores ante Boca en Madrid, pero de muy mala actualidad.

Más allá de haber perdido el balón en el primer tanto de Flamengo, el "Oso" no atravesaba por un presente acorde para disputar una final.

El último fue el de Paulo Díaz por el lesionado Casco, sin tanto que objetar, aunque River no tiene un sustituto natural de Milton y el chileno es un central devenido a lateral.

Por cuestión de gustos, el "Millonario" también pudo haberse defendido con la tenencia del balón ya que Juan Fernando Quintero e Ignacio Scocco son dos futbolistas ideales para hacerlo, pero una vez más, Gallardo eligió el mismo plan que ante Boca.

Y, más allá de haber estado a unos minutos de quedarse con la Copa, es cierto que el trámite de todo el segundo tiempo le fue desfavorable pese a que a Flamengo, salvo los últimos 20 minutos, le costó ser profundo.

La conclusión es la misma: River eligió el mismo camino en la revancha ante Boca y en los últimos 45 minutos ante los brasileños e, independiente de los resultados, en lo que al juego en sí fue superado en ambos casos.

La ausencia de tanta jerarquía lo ayudó para eliminar al rival de toda la vida, pero la gran calidad individual de Flamengo lo terminó condenando en la final.

Estas conclusiones no borran todos los títulos y el funcionamiento que Gallardo le dio a River y, aprender de sus errores, será una tarea fundamental para que esta derrota -dolorosa por cierto- sea una caída como cualquiera o el Waterloo de un Napoleón que deberá reinventarse una vez más.

En el horizonte, aparece la final de Copa Argentina ante el sorprendente Central Córdoba de Santiago del Estero, aunque sin ser peyorativo de este equipo que hasta hace unos meses jugaba en segunda división, la verdadera recuperación deberá verse ante un objetivo mayor.

BUENOS AIRES, NA

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