Los Juegos Olímpicos de París 2024 fueron testigos del retiro de la leyenda británica Andy Murray, el (ahora ex) tenista con una de las historias más duras que se conozcan en el circuito.

El 13 de marzo de 1996 ocurrió la “Masacre de Dunblane”, la que es conocida como la matanza más famosa en el Reino Unido. Aquel día Tomas Hamilton, quien había sido expulsado del puesto de coordinador de boy scouts por conducta inapropiada, entró al gimnasio de la escuela de aquella ciudad escocesa, abrió fuego de manera indiscriminada y mató a 16 alumnos y una maestra antes de suicidarse.

Andy Murray, que solo tenía ocho años, estaba yendo al gimnasio junto a su hermano Jamie y se salvaron porque escucharon los disparos, por lo que pudieron correr hacia una de las oficinas de los directores para esconderse bajo una mesa.

Aquel trágico día quedó para siempre en la memoria de Murray, que nunca pudo evitar quebrar en llanto cada vez que lo recuerda en público.

El tiempo pasó y Murray se convirtió en uno de los mejores tenistas del mundo. Tuvo la mala suerte de compartir generación con los tres mejores de la historia, el serbio Novak Djokovic, el español Rafael Nadal y el suizo Roger Federer, pero estuvo durante 10 años como el cuarto en discordia, ganándoles en muchísimos torneos importantes y poniéndolos en jaque constantemente.

“Es el mejor de los humanos”, se decía constantemente. Porque esa era la realidad. Murray era el mejor del mundo, solo por detrás de aquellos tres extraterrestres.

Su gran compañera en el circuito fue su madre Judy, con quien siempre tuvo un apego especial y fue su apoyo incondicional durante toda su carrera.

Su obsesión era ganar Wimbledon para cortar la sequía de campeones locales, ya que el último en conseguirlo había sido Fred Perry en 1936.

Murray no solo cortó con la sequía de 77 años al ganar Wimbledon en 2013, sino que volvió a hacerlo en 2016.

Además, representando a Gran Bretaña, ganó la Copa Davis en 2015 y los Juegos Olímpicos en Londres 2012 (nada menos que en Wimbledon) y en Río 2016.

¿Anteriormente les comenté que Murray siempre el mejor después de los extraterrestres? Perdón, me equivoqué. Entre 2016 y 2017, el británico tuvo el mejor momento de su carrera, llevó su juego a otro nivel y pudo llegar a la cima del ranking, algo que parecía imposible para cualquier mortal mientras Djokovic, Nadal y Federer estuviesen plenos.

A partir de allí, comenzó la odisea de Murray con las lesiones. Aquella maldita cadera le hizo perderse gran parte de 2017 y casi todo 2018. Incluso llegó a anunciar que se retiraba en 2019, pero seguía con hambre de más, se puso una prótesis de metal y jugó cinco años más.

Nunca pudo volver al top 10, tampoco estuvo cerca de ganar un Grand Slam, pero dejó recuerdos memorables como aquella épica batalla contra Thanasi Kokkinakis en el Abierto de Australia 2023 y varios partidos en los que tuvo contra las cuerdas a los mejores del mundo, como lo supo hacer en sus mejores épocas.

Murray finalmente le dijo adiós al tenis en estos Juegos Olímpicos, aquel certamen en el que ni los extraterrestres podían ganarle al niño que sobrevivió a una masacre y deleitó a todos hasta con una cadera de metal.