Mauro Icardi: el jugador que volvió del ocaso
El deportista de elite que por temas extra futbolísticos parecía acabado, resurgió de las cenizas en un país muy pero muy lejano.
El Galatasaray le ganó 3-0 como visitante y 1-0 como local al Olimpija Ljubljana y se acercó a su principal objetivo del año: ingresar en la fase de grupos de la Champions League. En la próxima fase, la última, que jugará el miércoles 23 y el miércoles 30 de agosto, enfrentará al Molde FK de Noruega, que dejó en el camino al Kí Klaksvik de las Islas Feroe luego de perder 2-1 como visitante y ganar 2-0 como local por lo que se quedó con la serie por 3-2. Si el Galatasaray supera al Molde FK, se meterá en los grupos de la Champions. Si pierde, tendrá el consuelo de la fase de grupos de la Europa League.
¿Por qué les contamos qué es de la vida del Galatasaray de Turquía? Porque en ese equipo juega un argentino que es considerado una de las grandes figuras del fútbol internacional y del que en la Argentina se sabe poco y nada como jugador. Su pase, por ejemplo, fue adquirido por el equipo turco en 10 millones de euros. Y este jugador firmó un contrato por tres años de 18 millones de euros. O sea, una fortuna inconmensurable.
Sin embargo, en nuestro país todavía se lo banaliza. No se lo toma en serio. Su apellido incluso es un adjetivo que define una situación marital. De lo que menos se habla es de su capacidad para jugar a la pelota, que es extraordinaria. Es hiper conocido por lo que se dice de él en los programas de chimentos pero se habla poco y nada de su figura en las tiras deportivas. Y el foco se pone siempre en las peripecias de su esposa más que en el fantástico rendimiento que muestra dentro de una cancha de fútbol.
Todo lo narrado, para colmo, es una injusticia, porque Mauro Icardi, de quien estamos hablando, tuvo una temporada extraordinaria en la que salió campeón de la Superliga con el Galatasaray (después de cuatro años de sequía) y desplegó una eficacia de 23 goles en 26 partidos. Ah… en el partido de vuelta contra Olimpija Ljubljana, a días de su regreso, anotó el único gol con un zurdazo implacable a un ángulo luego de capturar un rebote dentro del área.
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Poco se sabe en la Argentina, pero Icardi -como para que se comprenda la magnitud de su figura- llegó dos semanas tarde a la pretemporada y a la concentración del Galatasaray por cuestiones familiares (por una enfermedad de su esposa) y nadie dijo nada. Porque a Icardi, aquí en Turquía, se le perdona todo.
Cuando finalmente Icardi pudo viajar a Estambul para sumarse a su equipo, hace un par de semanas, fue recibido en el estadio Ali Sami Yen Sports Complex Rams Park por 40 mil hinchas, quienes lo ovacionaron cuando salió al campo de juego junto a sus hijos y su esposa. Se entiende, ¿no? Al tipo lo recibieron 40 mil personas cuando se presentó en el club luego de sus vacaciones.
Icardi había llegado al Galatasaray el año pasado a préstamo cuando estaba en baja; después de dos años complicados y de una salida compleja del PSG. El tipo, que venía cascoteado de todas partes -incluso con varias idas y vueltas familiares-, se acomodó casi en silencio entre los delanteros más eficaces del mundo bajo la dirección de Okan Buruk. Y de esta manera pudo encarrilar una carrera que uno se imaginaba imposible de levantar porque estaba plagada de peleas mediáticas -casi todas protagonizadas por su esposa- que habían dejado su rol como jugador de fútbol en un segundo plano, en las sombras.
La cosa es que después del préstamo y del año extraordinario, el Galatasaray compró su ficha en 10 millones de euros e Icardi firmó contrato hasta junio del 26.
“La fiesta debe continuar” fue la frase que eligió el Galatasaray para recibir a Icardi hace dos semanas. Y ni bien pisó suelo turco, dijo: “Teníamos muchas ganas de venir, pero por unos problemas no pudimos llegar antes. Toda mi familia tenía ganas de volver. Me hace feliz este recibimiento. Espero que este año sea mejor que el pasado”.
No quiero dejar pasar que en el verano europeo se especuló, por el gran año que tuvo en Turquía, con el regreso de Icardi a la Juventus, club en el que mostró sus mejores armas y del cual llegó a ser capitán y figura indiscutida. La Juve le ofertó 9 millones de euros al PSG, pero una rápida jugada del Galatasaray y el deseo del jugador de quedarse en Estambul definieron las cosas.
No es común que una persona de 30 años, después de tantos años tumultuosos, pueda revertir el envión negativo en una actividad profesional tan compleja como el fútbol, en donde el equilibrio emocional juega un rol preponderante. Icardi demostró un talento que pocos le imaginábamos para dejar claro que es posible regresar del infierno. Incluso del infierno autogenerado. Del que muchas veces es mucho más difícil salir. Lo único que queda es hacer una reverencia y sacarse el sombrero.