La maldición de títulos que la Selección argentina lleva 28 años, que se puede romper mañana ante Brasil en Río de Janeiro, no es justamente porque no haya tenido oportunidades, pero quizás se explica en la sequía de goles en partidos definitorios que arrastra desde 2005. 

Desde aquel título en la Copa América de 1993 hasta hoy, la Argentina absoluta jugó 18 torneos oficiales, de los cuáles llegó a siete finales por el título.

La primera fue en la Copa "Rey Fahd" de Arabia Saudita en 1995, luego Copa Confederaciones, donde el conjunto albiceleste perdió 2-0 con Dinamarca, bajo la conducción de Daniel Alberto Passarella.

Tuvieron que pasar nueve años para volver a estar en un partido definitorio, cuando en la Copa América Perú 2004, Brasil venció por penales 4-2, después de empatar  agónicamente de remontada con un tanto de Adriano (2-2) y amargar al equipo dirigido por Marcelo Bielsa. 

Otra vez la Verdeamarelha fue el rival un año más tarde, en la Copa Confederaciones de Alemania 2005, donde Brasil goleó con una actuación colectiva sobresaliente a los dirigidos por José Néstor Pekerman 4-1, gracias a los tantos de Adriano -2-, Kaká y Ronaldinho. 

En ese encuentro, el talentoso Pablo Aimar -hoy uno de los ayudantes de campo de Lionel Scaloni- descontó para la Albiceleste de cabeza con una palomita, a los 65 minutos.
¿Por qué se hace hincapié en ese tanto? Porque fue el último que una Selección argentina convirtió jugando una final por un título oficial.

Desde allí, pasaron 475 minutos sin que la Argentina pueda festejar un gol, lo que quizás explica la sequía de títulos que conlleva.

En la Copa América de Venezuela 2007 fue 0-3 con Brasil, en el Mundial 2014 fue 0-1 en el alargue ante Alemania en el "Maracaná", y luego vinieron las dos Copas América perdidas ante Chile por penales en 2015 y 2016, con sendos empates 0-0 en el tiempo reglamentario.