La rebeldía que privó a Reutemann de ser campeón, pero obligó a un "Superclásico" matutino
Si el número 2, que era el "Lole", marchaba líder de una competencia y el australiano Alan Jones -vigente campeón mundial- se acercaba a menos de 10 segundos, debía dejarlo pasar.
Deportivamente, el santafesino Carlos "Lole" Reutemann no habrá estado más cerca del Olimpo que en 1981, cuando quedó apenas a un punto de poder coronarse campeón de la Fórmula 1 en 1981, luego de cometer un acto de rebeldía con su compañero del equipo Williams.
Un país estuvo detrás de la posible proeza de Reutemann, que buscaba subirse al mismo escalón que Juan Manuel Fangio, e incluso obligó a programar en horario matutino un Superclásico que River -con Mario Alberto Kempes- le ganó 3-2 en "La Bombonera" a Boca -con Diego Armando Maradona-.Fue en la penúltima fecha, para el Gran Premio de Canadá, que coincidió con aquel recordado partido por el torneo Nacional que se jugó el 27 de septiembre.
Lo cierto es que "Lole", casi desde el inicio del torneo, estuvo en desacuerdo con la estrategia del equipo Williams, que tuvo su pico de tensión en el Gran Premio de Brasil, que ese año se disputó en el autódromo de Jacarepaguá.
"No vi absolutamente nada, tenía empañado el visor, había mucho lluvia", fue lo primero que dijo Carlos Reutemann cuando se bajó de su Williams tras ganar la segunda carrera de la temporada.
¿Qué había pasado? Había un contrato muy claro donde se especificaba el rol de cada piloto en el equipo y que si el número 2, que era el "Lole", marchaba líder de una competencia y el australiano Alan Jones -vigente campeón mundial- se acercaba a menos de 10 segundos, debía dejarlo pasar.
En la lluviosa carrera del Gran Premio de Brasil, del 29 de marzo de 1981, eso sucedió, y así desde los boxes del equipo británico se colocó el famoso cartel "Jones-Reut", que el argentino dijo no ver.
"Vi los carteles durante cuatro vueltas, al principio el cartel lo tenía Jeff Hazzell y luego Charly Stuart. Al comienzo los nombres estaban juntos y luego los separaron para que la orden fuera más visible", justificó.
"¿Cómo un piloto que corrió más de 10 años en la F.1 no puede ver los carteles de su equipo? A lo mejor es corto de vista", se quejó con bronca el australiano, quien nunca perdonó a su excompañero de equipo.
Esa carrera fisuró la relación interna del equipo entre el argentino y Jones, y dejó en posición incómoda al dueño de la escudería, Frank Williams, quien se manejó con diplomacia, pero anotó el acto de rebeldía del santafesino.
Reutemann integraba el equipo desde la temporada 1980 y cumplió muy bien sus trabajo de ladero y colaboró mucho para que Jones ganara su título ese año.
Solo tuvo un gran momento personal, cuando ganó el Gran Premio de Montecarlo, en mayo de 1980, y a sabiendas que transitaba el final de su trayectoria en la máxima, tomó la arriesgada decisión de faltar a su palabra y poner presión para luchar por el título.
La factura que tuvo que pagar el santafesino llegó en la última carrera de Las Vegas, donde pudo ser campeón del mundo y su coche, llamativamente, no funcionó.
El equipo ya había ganado el título de Constructores y la carrera fue para Jones, quien se retiró de la actividad, con una sonrisa de felicidad y de venganza, mientras el brasileño Nelson Piquet levantaba el trofeo de campeón.