Desde hace unos días, y más aún después del triunfo de Argentina ante Perú, se ha instalado un debate entre los hinchas de fútbol: ¿es el equipo de Scaloni el mejor de la historia de Argentina? Y se ha ido todavía más lejos: ¿es el mejor de la historia del fútbol?

Vamos a arrancar por la segunda cuestión, que es más sencilla de responder. En los programas de televisión de deportes y en las tiras de radio se hacen encuestas en las que se plantea si esta Argentina es, por ejemplo, mejor al Barcelona de Guardiola, al Real Madrid de Zidane o al Milan de Arrigo Sacchi. Es evidente que la necesidad de llenar espacio muchas veces obliga a extremar los recursos y a crear historia en donde no las hay. 

Sobre este aspecto debo decir: no todo es lícito de ser discutido. Es imposible, como pasa en este caso, debatir si un melón es mejor que una banana. Son cosas diferentes, incomparables, sin relación, más allá de que ambos son frutos.

Con esto afirmo que no se puede comparar a un equipo de club con una Selección. Y menos aún a un equipo de club como el Barcelona, el Real Madrid o el Milan, que en su momento se nutrieron de los mejores jugadores del mundo. ¿Cómo equiparar las fuerzas de conjuntos que sólo están integrados por jugadores de un país (argentinos) y con otros que suman a los mejores futbolistas del mundo? No hace falta más que mirar al histórico Barcelona de Guardiola o al actual Manchester City que dirige el entrenador español para darse cuenta de que en sus nóminas estaban los mejores jugadores de cada país. Scaloni, por citar el caso que se debate, no tiene esa prerrogativa. Elige jugadores con una limitación: tienen que haber nacido en la Argentina o deben tener el pasaporte de ese país, como es el caso de Garnacho, que nació en España pero optó por jugar para Argentina.

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En definitiva, comparamos melones con peras, porque el método de elección de los jugadores es completamente distinto. El único límite de Guardiola para tener al jugador que desee es el presupuesto. Para Scaloni, por el contrario, es la nacionalidad. Y si con esto no estamos conformes, aparece un tercer punto: Guardiola cuenta con los jugadores para entrenar durante 340 de los 365 días del año, mientras que Scaloni se junta con los futbolistas 25 de los 365 días. Con esto decimos que los métodos de entrenamiento son tan disímiles como lo son los melones y las bananas.

Bien. Desarticulada la primera polémica, aparece la segunda. Argentina, ¿es el mejor seleccionado Nacional de la historia? Y ahí sí se pueden hacer algunas comparaciones más precisas para obtener conclusiones, siempre y cuando se haga una aclaración: esta Argentina de Scaloni es un equipo en desarrollo (no se sabe cómo va a terminar su recorrido) y se la está cotejando con equipos que ya finalizaron sus campañas.

Vamos primero a comprarla con los campeones del mundo del 78 y del 86.

El equipo de Menotti no jugó un gran Mundial más allá de ganarlo. El lujo apareció en los meses posteriores al Mundial del 78. El 79 fue el año en donde el equipo de Menotti mostró su mejor versión. Pero fue un momento efímero. Ya en el Mundial de España llegó como gran favorito porque sumaba el talento de Maradona pero el equipo jamás consiguió la regularidad necesaria para destacarse. De hecho, quedó eliminado en los cuartos de final con dos derrotas dolorosas ante Italia (0-2) y Brasil (1-3).   

La de Bilardo en 1986 tuvo partidos brillantes durante el Mundial, pero antes y después de ese torneo fue un equipo espantoso. O sea, su mejor momento tuvo un pico de 40 días y nada más.

Hubo otros equipos argentinos que brillaron: el de Bielsa dos años antes del Mundial de Corea y Japón entre 2000 y 2002, el de Basile en la Copa América de 2007 en Venezuela pero que terminó horrible con un 0-3 con Brasil en la final; e incluso la de Sabella antes y durante el Mundial de Brasil.

Todos esos equipos, que tiene sus puntos altos, carecen de algo que sí ha obtenido el de Scaloni: la perfecta conjunción entre resultados positivos, juego vistoso y durabilidad. Desde que Argentina ganó la Copa América de 2019 hasta acá (o sea cuatro años), el equipo ha tenido una eficacia y una belleza en su juego sin parangón.

Los números del equipo son impactantes. Con la victoria ante Perú, el equipo lleva 45 partidos ganados de los 65 que dirigió el entrenador con una diferencia de gol de +98. Empató 15 y apenas perdió 5. Convirtió 133 goles y le metieron 35. De los últimos 51 partidos apenas perdió uno (con Arabia Saudita) y Scaloni se mantiene invicto en partidos por eliminatorias.

Estos son los números. Pero lo importante es que son consecuencia de un sistema de juego que deja con la boca abierta a los aficionados de todo el mundo. Lo que Scaloni obtuvo en la mitad de la cancha con las prestaciones de De Paul, Enzo Fernández y Mac Allister no tiene nombre. Estos tres jugadores le dan al equipo una solidez y un rendimiento que hace que todo funcione como un relojito.

Digamos, como ya sabemos, que nada es eterno y que en el fútbol lo importante siempre está por venir. Pero no hay dudas que este es un momento para disfrutar. Para disfrutar de la mejor Selección Nacional que se recuerde. Les debo datos sobre aquellas que jugaron de 1968 para atrás porque no las vi. No puedo dar certeza de qué ofrecían equipos que dominaban al fútbol sudamericano entre las décadas del 30 y del 60. Igual, sin haberlas visto, me animo a decir que ésta es mejor. Por los rivales que enfrenta, por las exigencias físicas, por la evolución que tuvo el fútbol como deporte y por la cantidad de tiempo que lleva jugando en este nivel (casi cuatro años). No recuerdo una hegemonía en el fútbol tan evidente y prolongada como la que se está viendo por estos años. Podría compararse este momento de Argentina con aquel de Holanda entre 1972 a 1974, pero ese equipo que fue campeón de Europa no pudo coronar en el Mundial.

Solo me queda decir algo: ojalá que esto de Argentina se sostenga en el tiempo. Porque no hay nada más placentero que ver jugar excelente a un equipo. Y si es argentino, el combo ya está completo.